Meditaciones, de Marco Aurelio

Puntuación: 10/10

 

Resumen

Olvídate de todo lo demás. Abraza esta idea y recuérdala: Cada uno de nosotros vivimos solamente ahora, en este breve instante. El resto lo hemos vivido ya, o es imposible de apreciar.

El estado ideal es como el de la roca contra la que las olas se estrellan una y otra vez. Permanecer quieto, inmóvil, pero a la vez permitiendo que las corrientes pasen por tu lado.

Recuerda este principio cuando alguna cosa te amenace a causarte dolor: Esa cosa en sí misma no es mala suerte en absoluto; soportarla y superarla con grandeza de ánimo es una dicha.

Acuérdate también de esto siempre; para vivir felizmente basta con muy poco.

La mejor forma de vengarse de un enemigo es no pareciéndosele.

Si no te conviene hacer algo no lo hagas, al igual que no lo digas si no es verdad.

Al amanecer, cuando te resulte difícil levantarte de la cama, recuérdate a ti mismo: Tengo que ir a trabajar. ¿De qué me quejo? Voy a hacer aquello para lo que vine al mundo. ¿O es que vine para esto? ¿Para sentirme cómodo y caliente debajo de las sábanas en vez de para hacer cosas y vivir experiencias? ¿No ves a las plantas, los pájaros, las hormigas y las abejas hacer sus tareas individuales, poniendo el mundo en orden, tan bien como pueden? ¿Por qué no quieres hacer lo que tu naturaleza te pide?

Las cosas sobre las que piensas determinan la calidad de tu mente. Y tu alma se tiñe del color de tus pensamientos.

En ningún lugar puede un hombre encontrar un retiro más tranquilo e imperturbable que en su propia alma.

Si alguien me odia, ése es su problema. Lo único que me preocupa es no hacer o decir nada que merezca ese odio.

El objeto de la vida no es estar en el lado de la mayoría, sino en evitar formar parte de los insensatos.

Todo lo que pasa sucede como debería y, si observas cuidadosamente, comprobarás que esto es así.

Sobre el bien y el mal, la idea es muy simple: Nada es bueno salvo lo que lleva a la justicia, el auto-control, la valentía y la libertad. Y nada es malo salvo lo que hace lo contrario.

El que vive en armonía consigo mismo vive en armonía con el Universo.

Conviene tener presentes estas dos ideas: Una, que todo, desde la perspectiva de la eternidad, se presenta con un mismo semblante y gira en la misma órbita, de modo que poco importa contemplar el mismo espectáculo cien, doscientos años, o para siempre. La otra, que el anciano y aquel que muere prematuramente experimentan la misma pérdida, puesto que sólo se nos priva del presente, que es lo único que poseemos, porque no se puede perder lo que no se posee.

Hemos nacido para colaborar, al igual que los pies, las manos, los párpados, las hileras de dientes. Obrar, pues como adversarios de los otros es contrario a la naturaleza. Y el hecho de manifestar indignación y repulsa significa actuar como adversarios.

No actúes como si fueras a vivir diez mil años. La necesidad ineludible pende sobre ti. Mientras vives, mientras te sea posible, sé virtuoso.

Maneja tus deseos de la siguiente forma: No sobre “cómo acostarme con ella” sino sobre la forma de dejar de quererlo. No sobre “cómo librarme de él”, sino sobre la forma de dejar de intentarlo. No sobre “cómo salvar a mi hijo”, sino sobre la forma de perder el miedo. Redirige tus pensamientos de esa forma, y observa lo que sucede.

Si puedes soportarlo, hazlo sin protestar. Si no puedes soportarlo, tampoco protestes, porque tu destrucción significará también su fin. Simplemente recuerda que puedes soportar cualquier cosa que tu mente haga soportable, convirtiéndolo en algo que te interesa hacer.

Es ridículo no intentar evitar tu propia maldad, lo cual es posible, y en cambio intentar evitar la de los demás, lo cual es imposible.

Nunca deja de sorprenderme: Todos nos amamos a nosotros mismos más que amamos a otras personas, pero nos importan más las opiniones de otros que las propias.

Si un acontecimiento externo te molesta, el dolor no se debe al acontecimiento en sí mismo, sino al valor que tú le das. Y tienes el poder de cambiar ese valor.