
Has llegado a Cuestión de Libertad. Enhorabuena, colega.
Mi nombre es Patxi Granero. Soy el creador artístico de Frank Spartan, el autor de esta web.
No soy muy de soltar rollos sobre mí, pero si eres tan curioso puedes echar una mirada debajo.
Ah, y si deseas contactar conmigo, hazlo a través de Frank por aquí. A fin de cuentas, el protagonista de este tinglado es él.
El problema
¿De dónde surge la idea de crear Cuestión de Libertad?
Muy sencillo. Voy a decirte algo que probablemente sepas ya. O al menos intuyas ya.
Muchos de nosotros estamos fuertemente influenciados por nuestro entorno cultural, social y familiar. Esa influencia nos empuja a adentrarnos por caminos que no necesariamente conectan con nuestra verdadera naturaleza.
Lentamente, nos vamos acostumbrando hacer lo que se espera de nosotros, mientras ignoramos el murmullo cada vez más débil de nuestra voz interior. Y, a medida que pasan los años, nos vamos adentrando en una espiral descendente de insatisfacción vital.
Llega un momento que empezamos a sentir el aguijón de esa insatisfacción. Nos afanamos en ensordecerlo mediante el consumo de placeres materiales y experiencias de entretenimiento. Pero lejos de saciar nuestra sed de luz, nos sumergimos cada vez más en la oscuridad.
Muchos no sabemos exactamente por qué nos sentimos así. Algunos otros nos volvemos dolorosamente conscientes de las causas, pero no nos sentimos libres para cambiar las cosas. Tenemos ataduras por todas partes: Mentales, emocionales, relacionales, financieras.
El tiempo pasa. Y ahí permanecemos. Una gran parte de nuestro talento, de nuestro potencial, de todo lo que podríamos hacer para aprovechar la vida y experimentar esas emociones que anhelamos desesperadamente, va muriendo. Día a día, mes a mes, año a año.
Y eso no mola.
Por eso estamos aquí.
El objetivo
Quiero ayudarte a que te conozcas mejor. A que cuestiones las cosas que haces y por qué las haces. A que te hagas preguntas incómodas y encuentres respuestas.
Quiero ayudarte a que identifiques las creencias y formas de actuar que no generan verdadera satisfacción en tu vida y que las sustituyas por otras más útiles. Otras que te ayuden a saber lo que realmente te conviene hacer y cómo llegar donde realmente quieres llegar.
Quiero ayudarte a derribar a cañonazos las barreras que te impiden sentirte libre para elegir otros caminos. Otros caminos más alineados con tu verdadera naturaleza. Otros caminos que conecten mejor con la persona que eres de verdad.
Aviso a navegantes
Has de saber que muchas de las cosas sobre las que hablaremos aquí no van a ser… digamos políticamente correctas. Algunas de ellas chocarán con las costumbres y formas de vida tradicionales de nuestra sociedad. Otras cuestionarán ideas que muchos consideran axiomas intocables.
La cuestión es que a Frank Spartan eso no le preocupa demasiado, porque no tengo ninguna necesidad de ser políticamente correcto.
En primer lugar, me aburriría muy pronto. Y en segundo lugar, no te sería tan útil.
¿Quién soy?
Mi historia
Nací en un ambiente que se puede considerar, sin lugar a dudas, favorable para un niño. En el seno de una familia que me quería, en una ciudad con muchas posibilidades y sin nada serio por lo que lamentarme.
Después de una caótica adolescencia en la que me dediqué a jugar al fútbol, escuchar rock ‘n’ roll y meterme en un lío tras otro, fui aprendiendo que no era más que un niñato que no sabía nada sobre nada. Y entonces me empecé a tomar las cosas un poco más en serio.
Estudié la carrera de empresariales en una universidad de mi ciudad natal. Cuando terminé, decidí irme a estudiar a Escocia, allí donde el sol brilla tan a menudo como las buenas noticias aparecen en los telediarios y sus habitantes hablan una lengua desconocida para el resto de la humanidad.
¿Por qué Escocia? Bueno, por dos razones. Quería aprender bien inglés y quería comprobar si sería capaz. Nunca había vivido un tiempo fuera de mi ciudad natal antes de aquello.
Y sí, fui capaz. Pero no fue fácil. Ahí empecé a entender que casi todo lo que merece la pena, por alguna extraña razón, no es fácil.
Al de un tiempo, empecé a trabajar en el sector financiero en Londres, donde viví durante casi 20 años. Durante ese tiempo visité muchos lugares y conocí a personas muy interesantes. Pero, sobre todo, aprendí cosas muy útiles sobre cómo funciona el mundo y cómo las personas evalúan el riesgo y toman decisiones.
¿Y qué pasó después?
Bueno, básicamente que un día decidí salirme de ese carril y empezar una nueva vida.
¿Por qué debo escucharte?
No soy ningún coach, gurú, profeta o líder espiritual. Esto no va de etiquetas. Va de alguien que tenía todas las posibilidades del mundo para alcanzar y permanecer en aquello que nuestra sociedad dice que es el éxito, aquello que todos debemos perseguir y desear como vía directa a la felicidad, pero que por alguna razón se lo pensó mejor.
De algún modo, intuía que la vida era algo más que todo eso. Intuía que, a pesar del consenso general a mi alrededor, la auténtica felicidad no se hallaba en el camino en el que yo me encontraba.
Entonces empecé a reflexionar. A leer. A mirar hacia dentro, a preguntarme quién era yo realmente, a escuchar y descifrar el susurro de las respuestas que me llegaban. A practicar algunas de las cosas que comenzaba a entender mejor.
Mi forma de enfocar las cosas fue evolucionando. Y, poco a poco, salí de aquel pozo de restricciones. Rompí algunas reglas establecidas y creé algunas nuevas. Y, para mi sorpresa, no me desintegré en el aire al hacerlo. Ni tampoco fui fulminado, por mi supuesta falta de respeto a las leyes naturales, con un rayo láser por un poder superior.
De hecho, sucedió todo lo contrario.
Me fue bien.
Aprendí a introducir cambios que me proporcionaron una mayor sensación de libertad en todas las áreas de mi vida. Y también a apreciar otra realidad que siempre había estado ahí, pero que hasta entonces no había sabido ver.
Ahora dedico mi tiempo a cosas muy variadas, pero con un patrón común: Hago lo que me sale de las narices. Pero lo hago bien.
Y todo gracias a Frank.