La felicidad comienza por sentirte libre. Si sientes que puedes hacer lo que quieras, cuando quieras y con quien quieras, todo lo demás vendrá solo.
Nada ni nadie puede tener poder sobre ti si tú no lo permites. Siempre tienes elección. Siempre.
No encontrarás la verdadera seguridad fuera de ti. Trabaja en tu fortaleza interior y mantén coherencia entre tu esencia y tus actos. No te afanes en perseguir reconocimientos externos.
Gestiona tus finanzas personales para maximizar tu libertad financiera y, eventualmente, no sentirte obligado a trabajar por dinero. Esa flexibilidad estimulará tu creatividad y tu tolerancia a asumir riesgos cuando se presenten oportunidades que conecten con tu propósito.
El placer sólo tiene sentido en el contexto de un propósito vital que merece la pena. Disfruta al máximo, pero hazlo con intención.
No estar del todo mal no es suficiente. No te conformes. Vive una vida extraordinaria.
Si quieres experimentar auténtica felicidad y satisfacción vital, mantente en movimiento hacia un objetivo que merezca la pena para ti.
La comodidad promete, pero siempre acaba decepcionando. Sal de tu zona de confort y aprende a convivir con la incomodidad.
Nunca dejes de aprender. Mantén viva la curiosidad. Cultiva nuevas habilidades. Descubre personas, entornos y actividades que no conoces.
Elimina lo innecesario. Simplifica. Concéntrate en ser excelente en lo esencial.
Crea algo con significado para ti, sobre lo que sientas orgullo. Deja huella.
No vivas una vida descafeinada. Piensa en grande. Intenta cosas difíciles. Actúa a pesar del miedo. Equivócate y crece. Aunque no logres alcanzar todos tus objetivos, si vives así no puedes perder.