Hace algunos días, un lector de este blog – llamémosle, para conservar su anonimato, Luke Skywalker – envió un mensaje a Frank Spartan sobre un dilema relacionado con su situación laboral. Es un tema relativamente frecuente según he podido comprobar, así que vamos a analizarlo y a sacar algunas conclusiones.
El dilema de Luke es el siguiente (ligeramente editado para facilitar su comprensión):
Ya me han comunicado la retribución variable de este año y hemos hablado de los objetivos del que viene. Tengo un poco de sensación de “otra vez lo mismo”. Como ya te dije, tengo una idea clara de cómo me gustaría idealmente emplear mi tiempo y creo que ésa es la razón que explica la sensación de “cuesta arriba” en el trabajo, pese a que racionalmente quiera seguir haciéndolo al menos unos años más.
La pregunta es, si se ha tomado la decisión racionalmente de continuar en el puesto que nos ocupa hasta llegar a cierta meta financiera antes de dar un giro, ¿cómo asimilar la reacción emocional adversa a seguir con el plan? ¿Se trata de la voz interior dándonos collejas en el subconsciente, con razón, por no lanzarnos ya a seguir lo que nos llama? ¿O deberíamos planteárnoslo como un reflejo perfectamente normal, incluso plantearlo como parte necesaria del aprendizaje para llegar a la meta?
Esto que plantea Luke es una enorme pregunta y encapsula de forma muy gráfica uno de los grandes objetivos de este blog. Luke está empezando a oír el murmullo de su voz interior, que le dice que su vocación se encuentra en otro sitio. Sin embargo, está concediendo más atención y credibilidad a sus pensamientos racionales, que le dicen que es mejor que siga haciendo lo que hace durante unos años más, para estar en una situación financiera más cómoda antes de cambiar de rumbo.
Sin embargo, esa decisión racional le provoca cierta frustración y desánimo en el plano emocional, lo que a su vez genera una menor motivación para continuar. Quiere encontrar una manera de sentirse mejor, sin tener que desafiar las conclusiones de su enfoque racional, que le dice que debe seguir donde está.
Parece un problema complejo. Lo que complica aún más la situación dado que no somos especialmente diestros tomando decisiones de por sí.
¿Cómo podríamos facilitarle el proceso de decisión a Luke?
Para empezar, haciendo algo que funciona siempre: Dividiendo el problema en partes menos complejas. Porque cuando vamos solucionando las partes, el todo suele solucionarse por sí solo.
Let’s get rocking.
Modelo de felicidad y satisfacción
La primera consideración es que Luke parece tener un modelo de felicidad y satisfacción robusto.
Como hemos tratado en muchos artículos de este blog, el modelo de felicidad y satisfacción más extendido en nuestra sociedad es la búsqueda de la gratificación inmediata vía consumo y placer. Y está ampliamente comprobado que esa estrategia, a pesar de proporcionarnos mucha compañía y muchas palmaditas en la espalda, no nos conduce a la libertad y a la satisfacción duradera, sino a la dependencia y a la fragilidad existencial y emocional. Es una estrategia perdedora, por muchos adeptos que tenga.
El modelo de felicidad de Frank Spartan va por otros derroteros. Podríamos decir que es una especie de híbrido entre dos escuelas de felicidad que molan un poco más que las demás:
- El estoicismo, una escuela muy antigua representada, en su última etapa, por autores como Séneca, Epicuro y Marco Aurelio. El estoicismo promueve un estado de calma interior a través de un mayor dominio de los propios pensamientos. En otras palabras, nos dice que nos aseguremos de que las historias que nos contamos a nosotros mismos son las adecuadas y nos ayudan a conseguir lo que queremos, en lugar de alimentar el pensar en majaderías que nos alejan de ello.
- El existencialismo, una escuela más reciente y representada por Rollo May y Viktor Frankl, entre otros. El existencialismo no se concentra tanto en los pensamientos y las emociones, sino que promueve la búsqueda de propósito como la fuente más poderosa de satisfacción duradera. En otras palabras, nos dice que nos aseguremos de que construimos un proyecto vital que tenga significado para nosotros, además de ir al fútbol, ver Netflix e ir de compras.
Las dos filosofías son importantes. Si consigues incorporarlas a tu vida de forma armoniosa, no habrá nada que pueda contigo. No tendrás control sobre muchas de las cosas que te suceden, al igual que nadie lo tiene, pero podrás navegar sin naufragar a través de cualquier tormenta sin dejar de disfrutar mientras lo haces, porque además de estar mental y emocionalmente equilibrado, habrá una fuerza mayor que te inspira y te propulsa hacia delante.
Leyendo entre líneas, la forma de ver el mundo que tiene Luke no parece muy diferente a ésta. Está asumiendo responsabilidad para dirigir su vida y está dispuesto a trabajar duro para construir un proyecto vital que tiene significado para él. No hace todavía lo que le gustaría hacer, pero tiene una idea relativamente clara de lo que eso es y parece dispuesto a girar en esa dirección, renunciando al estatus y la compensación económica que le ofrece el camino profesional actual.
Su problema no es tanto el qué, sino el cómo y, sobre todo, el cuándo. Y eso, a pesar de ser una barrera, es una barrera de menor calibre. Está mucho más cerca de encontrar lo que quiere de lo que cree, aunque no pueda apreciar aún la forma concreta que eso tiene.
Mentalidad
La segunda consideración es que Luke parece tener una mentalidad adecuada.
Tener una mentalidad de crecimiento, en contraposición a una mentalidad fija, es la habilidad más importante que existe, porque es lo que nos permite adaptarnos mejor a los continuos cambios que tienen lugar a nuestro alrededor y avanzar con mayor destreza hacia nuestros objetivos. Y todo ello sin interpretar los errores como fracasos, porque nuestra satisfacción emana del proceso de crecimiento mismo y no tanto del resultado.
Luke no parece tener una mentalidad fija. Su mensaje revela que tiene intención de mejorar sus circunstancias y que no le asusta “ir cuesta arriba” para conseguir sus objetivos. Está dispuesto a atravesar dificultades para crecer. Y ése es un motor que le permitirá encontrar su camino con mucha más facilidad a lo largo de todas las etapas de su vida.
Lo que Luke cuestiona no es si filosóficamente merece la pena escoger el camino difícil, sino si ese tipo concreto de dificultad a la que se enfrenta (el seguir en su trabajo actual durante unos años para conseguir mayor seguridad financiera) es necesaria para conseguir su objetivo existencial de dedicarse a algo que le llene. Su dilema está más centrado en cómo optimizar su tiempo y su esfuerzo para tener más posibilidades de conseguir ese objetivo.
Y ése es un dilema legítimo, porque a veces la solución está justo delante de nuestros ojos y nos empeñamos en complicar las cosas alimentando nuestra mente con creencias limitantes.
¿Tendrá Luke creencias limitantes?
Veámoslo.
Flexibilidad vital
Echémosle un vistazo a la situación personal de Luke para poner todo esto un poco más en contexto. Para hacer este ejercicio voy a utilizar información que no está en el texto de su correo pero que conozco por previas interacciones con él.
Luke es un chico joven (tiene menos de 30 años), tiene un buen trabajo y competencias suficientes como para desenvolverse relativamente bien en el mercado laboral. No tiene aún mucha experiencia, pero hace bien su trabajo y no tendría demasiados problemas para encontrar otro dentro del sector en el que trabaja. Su situación financiera es relativamente desahogada y tiene ahorrado el equivalente a varios años de gastos.
Luke tiene pensado comprar una vivienda en el corto plazo en la ciudad en la que actualmente trabaja. Le atrae la inversión inmobiliaria, cree que es un buen momento para comprar y su expectativa es quedarse a vivir unos cuantos años en el mismo sitio.
En resumen, Luke tiene un alto grado de flexibilidad de ciclo vital (es todavía muy joven y tiene mucho tiempo por delante para probar nuevos caminos, equivocarse y afinar el rumbo), flexibilidad profesional (su elevada valía profesional en el sector en el que trabaja le permite no depender excesivamente de ese empleo y poder obtener otro con relativa facilidad) y – por el momento – flexibilidad financiera.
Sin embargo, si decide comprar una vivienda, esa foto experimentará algunos cambios. Si el cambio de rumbo que tiene pensado Luke implica la necesidad de acometer algún tipo de inversión (como suele suceder en los proyectos de emprendimiento), Luke necesitará liquidez. Puede pensar que siempre puede vender esa vivienda si lo necesita, pero antes de entrar por ese aro conviene que tenga muy presente una cosa: Cuando se compra una vivienda, sobre todo para vivir en ella, es habitual vincularse emocionalmente. No a la vivienda en sí, sino a la decisión de haberla comprado. Y ello influye en la forma en la que tomamos decisiones a posteriori.
La explicación psicológica de este fenómeno está en el principio de “sesgo de confirmación”, que básicamente nos dice que solemos buscar aquella información que avale nuestra forma de pensar y las decisiones que hemos tomado en el pasado, pasando por alto la información que esté en contradicción con ellas.
En un caso como el de Luke, el «sesgo de confirmación» podría aplicar de la siguiente forma: Cuando surjan otras opciones vitales o profesionales en el futuro que requieran hacer cambios (como por ejemplo vender esa vivienda para obtener mayor flexibilidad financiera), Luke puede tender a buscar razones que avalen la decisión que tomó en el pasado de comprar esa vivienda y le lleven a la conclusión de que no debe renunciar a ella.
El hecho de que Luke sea una persona intelectualmente inteligente trabaja más en su contra que a su favor a la hora de enfrentarse al “sesgo de confirmación”, porque probablemente encontrará justificaciones de peso, lógicas y bien argumentadas. Pero eso no quiere decir que esa decisión sea la que le llevará a maximizar su felicidad a largo plazo. De hecho, puede llevarle a retrasar el cambio de rumbo, lo que a su vez podría llevar a una mayor resistencia a ese cambio en el futuro. Y eso podría poner en peligro su capacidad de encontrar un propósito en su trabajo, lo cual es su objetivo fundamental.
Para este tipo de situaciones, Frank Spartan suele sacar de la chistera un método muy efectivo, que implica enfocar la decisión desde fuera. En el caso concreto de Luke, la pregunta que debería hacerse cuando llegue el momento es: Si no fuera propietario de esta vivienda, ¿la compraría ahora y renunciaría a esta opción vital o profesional que tengo delante? Si la respuesta es no, la mejor decisión es vender esa vivienda, aunque se sienta emocionalmente vinculado a la decisión original de comprarla.
Esto, evidentemente, no resulta sencillo de hacer en la práctica, aunque le hayamos dado a nuestro atribulado lector el nombre de un caballero Jedi. Así que Luke deberá calibrar cuidadosamente si tiene sentido comprar una vivienda en el momento vital en el que se encuentra ahora y en el contexto de sus objetivos existenciales.
Implicaciones prácticas
A los efectos de este análisis, vamos a asumir que Luke tiene plena confianza en que sus poderes mentales de Jedi le permitirán evitar caer en la trampa del “sesgo de confirmación” y tomar la decisión correcta cuando llegue el momento. Luke compra la vivienda y sale a celebrarlo. Se emborracha, le corta un brazo con su espada láser al camarero que se confunde al servirle su último gin-tonic y se lanza a correr por el medio de la autopista en paños menores cantando La Traviatta mientras le persigue la policía.
Tras pasar un par de noches en la cárcel por escándalo público, nuestro amigo Luke se encuentra en la siguiente situación:
- Un trabajo cuyo contenido le gusta en parte, pero cuya dinámica interna le empieza a desmotivar.
- Una satisfacción adicional proporcionada por la experiencia de vivir en su propia casa (aunque, debido al fenómeno de adaptación hedónica, este «extra» de satisfacción se produce durante un periodo de tiempo limitado).
- Una parte importante de su patrimonio invertida en un solo activo que, a pesar de su teórico potencial de revalorización a largo plazo, es relativamente ilíquido en el corto plazo (no es sencillo de monetizar con rapidez) y una hipoteca a la que hacer frente todos los meses, lo que reduce su flexibilidad financiera significativamente con respecto a la situación anterior.
Hmmm…
La antena de Frank Spartan que detecta el peligro empieza a subir.
Con ese movimiento de compra de vivienda, Luke es más pesado que antes. Tiene menos flexibilidad para explorar posibles cambios de rumbo, financiera y – quizás – mentalmente también. Existe cierto riesgo de que sienta más peso sobre sus hombros y que eso le lleve a aumentar su dependencia de su trabajo actual o a volverse más reticente a explorar otras opciones profesionales que, a pesar de conectar más con su voz interior, le inspiren más incertidumbre.
Llegados a este punto, la pregunta clave es la siguiente:
¿Qué podría hacer Luke para corregir, como él mismo dice, esa reacción emocional adversa a seguir en un trabajo que no le llama del todo, en el contexto de una – recién adquirida – menor flexibilidad de movimientos y sin perder el rumbo hacia ese proyecto vital que le proporciona un propósito?
Conclusiones y recomendación de estrategia
Tras haber desmenuzado este complejo problema en pequeñas partes, la recomendación de Frank Spartan para Luke tiene dos componentes:
- Pivotar dentro de su trabajo actual para conseguir más flexibilidad
- Comenzar a dar pequeños pasos para poner en práctica su objetivo existencial
Veámoslos uno por uno.
Pivotar dentro de su trabajo actual
Mientras Luke desempeñe su trabajo actual, es conveniente que formule unas metas que sean útiles desde dos puntos de vista:
- Acercarse a su objetivo existencial de cambiar de rumbo al de unos años para hacer algo que le llene más.
- Estar más satisfecho en el presente.
Si Luke está de verdad comprometido con su objetivo existencial, debe cambiar de perspectiva. Sus metas en el trabajo actual ya no pueden estar enfocadas en la carrera profesional actual y la promoción en ese trabajo a largo plazo, sino en facilitar la consecución de su objetivo existencial a través de un cambio de rumbo en el medio plazo (3-5 años) y, a poder ser, divertirse por el camino.
Un ejemplo de esas nuevas metas es el siguiente: Reducir su involucración en las dinámicas del trabajo actual que no le satisfacen y aumentarla (selectivamente) en las que sí. En otras palabras, hacer menos de lo que no le gusta y más de lo que sí le gusta.
Joder Frank, qué cachondo eres – me diría probablemente Luke si estuviera aquí.
Pero no te estoy diciendo nada que no puedas hacer, amigo mío. Ni nada que Frank Spartan no haya hecho él mismo. Puedes hacer lo que quieras. Sólo tienes que estar dispuesto a pagar el precio.
Si la primera reacción de Luke a esta recomendación es que es poco realista, debe examinar cuidadosamente si está cediendo el control de su decisión a sus creencias limitantes. Y para eso, Luke debe tener presentes tres cosas:
- Esos cambios, aunque generen cierta fricción en su ecosistema laboral en el corto plazo, no tienen por qué implicar que haga peor su trabajo. Sobre todo si Luke aplica bien el principio de Pareto: Concentrar sus esfuerzos en aquellas áreas y tareas que de verdad generan los resultados que importan en su empresa y reducirlos en las que no.
- Luke es bueno en su trabajo y tiene posibilidades de encontrar otro con facilidad, así que puede permitirse tensar un poco la cuerda temporalmente.
- En el peor de los casos, ¿qué puede pasar? ¿Y es eso un precio tan alto como para aceptar comulgar con la insatisfacción garantizada que surge de seguir haciendo las cosas de la misma forma?
Si Luke anda este camino con destreza, conseguirá dos cosas: Construir poco a poco una realidad profesional que le satisfaga más mientras permanece en ese empleo y liberar tiempo que puede emplear en otras cosas que le acerquen a su objetivo existencial.
Lo que nos lleva a la segunda parte de la recomendación.
Comenzar a dar pequeños pasos para poner en práctica su objetivo existencial
Hay algo que conviene que Luke haga para estimular su flexibilidad mental al cambio de rumbo: Empezar a dar pequeños pasos en esa dirección, aunque siga desempeñando su trabajo actual.
¿Por qué? Por una sencilla razón: Hacer provoca que sucedan cosas. Cosas que no sucederían si solamente se piensa pero no se hace nada al respecto.
Luke puede dar multitud de pequeños pasos durante ese periodo de transición:
- Ejercicios y cursos de autoconocimiento para afinar su propósito
- Informarse sobre las habilidades clave para poner en práctica ese propósito
- Empezar a formarse en esas habilidades
- Hacer networking que le facilite la puesta en práctica de ese propósito
- Montar una pequeña empresa (un «side hustle«) relacionada con su propósito que le proporcione más información y le permita ir afinando su modelo de negocio
¿Qué consigue Luke con todo esto? Dos cosas:
- La satisfacción de comprobar que está progresando hacia su objetivo existencial (que a su vez dará mayor sentido a la fricción que surge al provocar cambios en su ecosistema laboral que comentábamos en el punto anterior).
- Reducir el gap que percibe a la hora de saltar.
Si Luke ha ido dando pequeños pasos en esa dirección durante un par de años, mentalmente estará muy familiarizado con la alternativa profesional que se acerca más a su propósito, a aquello que le permite satisfacer su objetivo existencial de dedicarse a algo que de verdad le llene.
Esa familiaridad práctica es clave, porque Luke percibirá, cuando llegue el momento, que el cambio de rumbo es mucho más sencillo y accesible. Simplemente por haber estado en contacto frecuente con esa realidad alternativa y haber hecho ya algunos progresos. En ese escenario, las probabilidades de que Luke se decida a dejar su empleo actual y dar el salto a construir una nueva vida en mayor sintonía con su propósito, son mucho mayores.
Este último punto es clave, especialmente si Luke decide comprar esa vivienda y se expone al riesgo de que el «sesgo de confirmación» le genere dudas a la hora de decidir si debe cambiar de rumbo, o no.
Una última recomendación para Luke: Por muy sólida que parezca la decisión racional de seguir unos años en el empleo actual, no conviene esperar más de la cuenta para empezar a perseguir tu propósito, incluso si la flexibilidad financiera es algo menor que la ideal. Hay muchas vallas que saltar a la hora de desarrollar un proyecto con propósito. Y esas vallas se ven más bajas y se saltan mejor si la mochila de compromisos no está demasiado llena.
Y aquí, damas y caballeros, terminamos con nuestro caso práctico de hoy.
Esperamos que todas estas consideraciones le resulten de utilidad a nuestro caballero Jedi y le deseamos mucha suerte en su toma de decisiones.
Pura vida,
Frank.