El hombre en busca de sentido, de Viktor Frankl
Puntuación: 10/10
Resumen
Nota de Frank Spartan
Éste es uno de los libros más reveladores y extraordinarios de la historia. Recuerdo que me lo regaló mi tía Alicia hace aproximadamente 20 años y que cuando lo leí entonces no alcancé a entender del todo la profundidad de sus conclusiones. Al fin y al cabo, el sentido de la vida se encontraba muy abajo en mi escala de inquietudes dada mi juventud, inexperiencia y escaso – eufemismo de inexistente – hábito de reflexión. Pero con los años volví a leerlo varias veces y descubrí la profunda sabiduría que encierra y sus enormes implicaciones prácticas en nuestra toma de decisiones.
Frankl fue destinado al campo de concentración de Ausvitch durante la segunda guerra mundial junto a sus padres y su esposa. Fue liberado en 1945 pero sus familiares murieron allí. Posteriormente fundó la escuela de pensamiento denominada “logoterapia”, que actualmente cuenta con un gran número de psicólogos que aplican sus procedimientos.
La logoterapia postula que el ser humano tiene tres dimensiones: la somática o física, la mental y la espiritual. Desde esta perspectiva, los problemas psicológicos surgen cuando falta fortaleza en la dimensión espiritual y/o un sentido definido para la vida.
Para los logoterapeutas, “la voluntad de sentido” es lo que permite impulsar la vida. ¿Cómo se logra encontrar ese sentido? Según Frankl y sus seguidores, hay tres caminos para lograrlo: la creación, la experiencia afectiva trascendental y la actitud hacia el sufrimiento.
Lo primero corresponde a los valores de creación, tiene que ver con la capacidad de hacer arte, escribir, etcétera. Lo segundo se inscribe dentro de los valores de experiencia, relacionados con la interacción interpersonal y la vivencia de sensaciones. El último hace referencia a los valores de actitud y la capacidad para superar el sufrimiento.
Os dejo con el resumen de las partes más reveladoras para mi, no sin antes recomendaros que leáis este libro. Y si ya lo habéis hecho, que lo leáis otra vez de vez en cuando.
Resumen de fragmentos clave
La satisfacción vital última solamente puede obtenerse a través de un cambio de rumbo, a través de perseguir un objetivo con significado, un propósito.
Nuestra identidad solamente puede formarse a través de nuestra responsabilidad de encontrar o crear ese algo que nos otorga un propósito. Somos responsables de ello y nuestras acciones al respecto determinan nuestra identidad última.
Cuando nos olvidamos de nosotros mismos y nos enfocamos en una tarea con propósito, nos volvemos más humanos. Cuanto más nos involucramos en algo diferente a nuestro ego, más nos convertimos en nosotros mismos.
Si apuntas a un alto propósito fuera de tu zona de confort, te acabará yendo bien. Si apuntas a algo dentro de tu área de confort, acabarás no haciendo nada significativo. Ser idealista es la vía realista de encontrar nuestro propósito. [Nota de Frank Spartan: Aplausos]
La conciencia puede llevarnos al significado, pero también por el mal camino. Yo no puedo tener la certeza de si mi conciencia me dicta lo correcto y la de otra persona se equivoca. No es que no haya verdad. Sí la hay. Y sólo hay una única verdad. Pero uno nunca puede estar seguro de haber alcanzado esa verdad. Así pues, el hombre [Nota de Frank Spartan: y la mujer😉] sólo puede aspirar a su propia conciencia, aunque hasta que no se halle en su lecho de muerte no sabrá si su conciencia le ha llevado al significado verdadero.
La logoterapia puede definirse como una educación hacia la responsabilidad. Pero esta responsabilidad presente debe definirse con cierta selectividad. Vivimos en una sociedad opulenta, y se trata de una opulencia no sólo de bienes materiales sino de una gran cantidad de estímulos. A menos que queramos caer en una total promiscuidad (no sólo sexual), tenemos que elegir entre lo que es importante y lo que no, lo que tiene sentido y lo que no. Debemos hacernos selectivos y discriminativos.
El significado debe hallarse, no puede darse. Intentar dar significado a algo puede caer en lo moralizante. Una moral bien concebida no va a definir qué es lo que está bien o mal en términos de lo que uno debe o no hacer. Lo bueno vendrá definido en términos de aquello que es susceptible de fomentar el pleno significado del ser. Y lo malo en términos de aquello que dificulta o impide el desarrollo pleno de ese significado.
Un médico no puede dar significado a sus pacientes ni un profesor a sus alumnos. Lo que sí pueden dar es ejemplo, el ejemplo existencial del compromiso personal con la búsqueda de la verdad. De hecho, la respuesta a la pregunta ¿Cuál es el sentido de la vida? debe darse desde el ser total. La vida de cada uno es en sí mismo la respuesta a la búsqueda de este sentido. La humanidad del hombre se basa en el principio de responsabilidad. El ser humano es el único responsable de dar sentido a su vida.
Hay tres caminos que pueden dar sentido a la vida: Primero, cumpliendo una tarea o realizando un trabajo. Segundo, experimentando algo o encontrando a alguien. Pero el más importante es el tercer camino: Cuando nos encontramos con algo que no podemos cambiar, estamos llamados a dar lo mejor de nosotros mismos, a transformarnos a nosotros mismos. Esto es válido para los tres componentes de la triada mágica – dolor, culpa y muerte – en la medida que podamos transformar el sufrimiento en un logro, extraer de la culpa una oportunidad para cambiar a mejor, y apreciar en la transitoriedad de la vida un incentivo para emprender una acción responsable.