Ser hombre hoy en día es, para muchos, una experiencia confusa.
Durante muchos, muchos años, los roles de género fueron relativamente nítidos. Para bien o para mal, esas dos personas que formaban una pareja estable en sus años mozos solían tener una visión relativamente uniforme de lo que cada uno debía contribuir al conjunto. Las parejas se encontraban en un radio geográfico de acción estrecho, puesto que las posibilidades de desplazamiento y comunicación eran mucho más reducidas que ahora. El peso de la tradición era muy elevado, la mujer promedio se encontraba en una situación de relativa dependencia económica por su limitado acceso al mercado laboral, y la familia era uno de los valores más venerados y respetados.
Aquél era un mundo en el que ser hombre no era confuso. Y ser mujer tampoco lo era. Pero ese mundo ya no existe.
Hoy vivimos en un mundo muy distinto. Todo es ahora mucho menos nítido. Vivimos en una cultura en la que se repiten mensajes y se fomentan comportamientos modelo que desafían la lógica, la biología evolutiva y los parámetros básicos de la naturaleza humana.
Este post podría enfocarse desde muchas perspectivas diferentes. Pero Frank Spartan lo va a hacer desde la perspectiva del rol del hombre. ¿Por qué? Varias razones:
Primero, porque tengo dos hijos varones. Y esta reflexión me va a servir para educarles con mayor claridad mental sobre cómo deben abordar el mundo cuando sean personas adultas.
Segundo, en nuestra cultura actual, la figura que se encuentra más necesitada de referencias y modelos de comportamiento para vivir una buena vida es el adolescente heterosexual masculino. Veremos después por qué.
Y tercero, porque la preservación de la importancia de valores fundamentales como la familia depende directamente de que esos adolescentes se conviertan en personas adultas que puedan ofrecer suficiente valor, entendido en sentido amplio, a unas potenciales parejas cada vez más exigentes en sus condiciones para que éstas decidan “renunciar” a los supuestos beneficios de su independencia y libertad.
Sí, en este post vamos a hablar sobre los hombres. En concreto, sobre el tipo de atributos que estos deben aspirar a incorporar y desarrollar a su vida para estimular su atractivo para el sexo opuesto en una cultura que impulsa a una separación cada vez mayor entre hombres y mujeres. Pero no me refiero al tipo de atractivo vacío, endeble y efímero de un momento, ése que te permite ir de flor en flor en el proceloso mundo de las experiencias sexuales esporádicas. Me refiero al atractivo sólido, poderoso y profundo que hace que alguien que merezca la pena desee estar a tu lado y construir un proyecto de vida en común.
¿Y esto por qué, Frank? ¿Acaso formar una unión sólida con alguien y recorrer juntos el inexplorado mar de la existencia es el camino con mayor probabilidad de satisfacción vital? ¿Es eso una apuesta mejor que recorrer el camino en solitario?
Ésa es una buena pregunta. Mi intuición me dice que, para la gran mayoría de personas, sí lo es. Y estudios como éste, que cada vez son menos frecuentes por entrar sus conclusiones en conflicto con la narrativa cultural y política actual, lo corroboran.
Sin embargo, los datos nos dicen que la estabilidad de la pareja se está deteriorando progresivamente en nuestra cultura. La cuestión es… ¿es eso debido a que el modelo de satisfacción vital está cambiando y ahora preferimos ser más autónomos e individualistas? ¿O es más bien debido a que somos cada vez menos capaces de atraer al tipo de persona adecuada y mantenerla a nuestro lado, porque lo que nosotros mismos ofrecemos está cada vez más alejado de lo que nuestras potenciales parejas desean?
Frank Spartan cree que es lo segundo. Y si estoy en lo cierto, eso significa que tenemos deberes que hacer para mejorar nuestras posibilidades de ser felices. Especialmente, esos que hoy en día se encuentran tan perdidos y confundidos, nuestros queridos amigos los hombres.
Empecemos por darles una breve y cariñosa dosis de realidad.
La dinámica relacional actual
Cuando observas las relaciones de pareja en el contexto de las nuevas generaciones, no puedes sino concluir que las cosas han cambiado un poco con respecto a épocas pasadas. Pero para evitar que esto sea una tertulia de barra de bar en la que vomitamos opiniones en base a nuestra experiencia personal y sin ningún rigor informativo sobre lo que sucede en el plano general, vayamos a los datos.
Empecemos por los niveles de actividad sexual. En nuestra tertulia de barra de bar, alguien podría decir que los jóvenes de ahora tienen mucha más actividad sexual que antes, gracias a la relajación de las tradiciones y a las facilidades que proporciona la tecnología con aplicaciones como Tinder. Lógico, ¿no?
Pero eso no es lo que sucede.
Como se refleja en este gráfico, el porcentaje de hombres jóvenes que reportan no haber tenido actividad sexual en el último año se ha triplicado en el periodo 2008-2018. Y los últimos bloques de datos reflejan que esa tendencia sigue en aumento.
En su libro “Generations”, Jean Twenge dice lo siguiente: “La Generación Z está teniendo materialmente menos actividad sexual en su fase de adultos jóvenes (18-25 años) que la que tuvo la Generación X y especialmente la Generación Millennial”.
Bueno, ya tenemos la primera conclusión: La actividad sexual, en líneas generales, ha caído con respecto a épocas anteriores, y la tendencia continúa en esa dirección.
Pasemos a analizar otro fenómeno de comportamiento interesante: Las preferencias y expectativas de cada sexo con respecto a sus potenciales parejas del sexo opuesto. Y para eso, qué mejor fuente de datos que las estadísticas de Tinder, dada su relevancia en volumen de uso a nivel mundial.
Este gráfico refleja el comportamiento de hombres y mujeres a la hora de “marcar” a una potencial pareja (de entre todas las posibles que le presenta la aplicación) como “me gusta” o “no me gusta”. Las conclusiones obvias del gráfico son fundamentalmente dos: 1) Los hombres, como promedio, marcan que aproximadamente la mitad de las mujeres que ven en la aplicación les gustan, mientras que las mujeres, como promedio, marcan que la inmensa mayoría de los hombres que ven no les gustan. 2) De las mujeres marcadas como “me gusta”, los hombres consiguen un “match” solamente el 2% de los casos, mientras que, de los hombres marcados como “me gusta”, las mujeres consiguen un “match” el 36% de los casos.
Muchos otros análisis de datos reflejan estas mismas conclusiones. El famoso estudio “OK Cupid” concluyó que las mujeres encuentran a alrededor del 80% de los hombres “poco atractivos”. Y otros informes de la industria reflejan que las mujeres solamente marcan a los hombres como atractivos entre el 3% y el 14% de las veces.
Que las mujeres sean, como promedio, más selectivas que los hombres a la hora de relacionarse con una potencial pareja no es fruto de las directrices culturales, sino que es un fenómeno biológico y evolutivo que lleva ya mucho tiempo produciéndose. Por ejemplo, si observamos la evolución del código genético a lo largo de la historia, podemos concluir que la mayoría de las mujeres consiguieron pasar sus genes a las generaciones futuras, mientras que solamente una minoría de los hombres lo consiguieron. Las causas que provocaron que esto sucediera son variopintas, pero los datos muestran lo que muestran: La mayoría de las mujeres concentraban su interés en una minoría de hombres. Y si las estadísticas de Tinder son de algún modo extrapolables a la realidad actual en su conjunto, esta dinámica de comportamiento en el contexto de las relaciones de pareja sigue vivita y coleando hoy en día.
Pasemos a analizar una tercera dimensión: Las tendencias culturales.
Si observamos los cambios sociales que están en pleno apogeo en este momento, es relativamente sencillo concluir que, en el plano general, las probabilidades de formar una unión estable con una pareja se están reduciendo rápidamente.
Veamos algunos fenómenos que contribuyen a esta conclusión.
En primer lugar, el acceso de la mujer a posiciones profesionales más cualificadas implica que la dependencia económica de la pareja se ha reducido con respecto a épocas pasadas, y por tanto existe una menor necesidad para la población femenina, al menos en el plano material, de vivir en pareja.
Este cambio ha generado, además, la aparición de otro curioso fenómeno: Los estudios psicológicos concluyen que las mujeres suelen preferir parejas con mayor remuneración económica y estatus profesional que el que tienen ellas mismas (“las mujeres suelen relacionarse en paralelo y hacia arriba en el espectro socioeconómico”), mientras que los hombres suelen preferir lo contrario (“los hombres suelen relacionarse en paralelo y hacia abajo en el espectro socioeconómico”). Esto, desde el punto de vista estadístico y de grandes números tiene una implicación muy evidente: Cuanto más suben las mujeres en el escalafón socioeconómico al acceder a mejores puestos de trabajo y remuneración, más se reduce el universo de hombres que cumplen con sus expectativas socioeconómicas de pareja ideal.
En segundo lugar, la ideología feminista ha calado a nivel muy profundo en la mentalidad de la sociedad, tanto a nivel social como institucional. Hoy en día, la mujer promedio valora más su libertad y su independencia, da más importancia a la realización profesional como vía principal de satisfacción vital, es menos propensa a la maternidad, más proclive a las relaciones sexuales esporádicas y está más amparada a nivel cultural frente a sus malas decisiones, gracias a una priorización artificial y distorsionada de su rol social objetivo, impulsada por la ideología que ha calado en las instituciones.
En tercer lugar, las redes sociales son un mecanismo perfecto para alimentar el narcisismo y el “porque yo lo valgo”. En el paradigma social actual, las mujeres reciben atención ilimitada de una multitud de hombres que inundan sus posts con comentarios halagadores y mensajes privados con ofertas de seducción de todos los colores. Lo que antes era galantería ocasional de los tres chicos del barrio, hoy son cientos de interacciones digitales con hombres que se encuentran en multitud de localizaciones geográficas.
En conclusión, amigos míos, en nuestra cultura actual os vais a encontrar a un arquetipo de mujer mucho menos dependiente económicamente, más centrada en su carrera profesional, con más relaciones sexuales a sus espaldas, más celosa de su libertad e independencia para hacer lo que le dé la gana, menos interesada en tener hijos, menos acostumbrada a aceptar responsabilidad por sus errores y menos paciente para navegar los conflictos en el seno de la pareja gracias a las múltiples opciones de relaciones alternativas que tiene en la palma de la mano. Todo ello unido a que, como los datos demuestran, a la mayoría de las mujeres no les atraen demasiado la mayoría de los hombres.
No sé cómo te sientes al leer esto, pero tampoco importa demasiado, porque no es una opinión. Es un hecho como un portaviones. Es la conclusión fría y lógica de leer los datos y analizar las tendencias sociales. Es la razón por la que cada vez más mujeres declaran sentirse insatisfechas con las relaciones de pareja estables y en muchos casos las abandonan para centrarse en otras parcelas de su vida, y la razón por la que cada vez más hombres quedan excluidos de la actividad sexual y se refugian en la pornografía y otro tipo de adicciones, contribuyendo parcialmente a la epidemia cada vez más extendida de soledad y vacío existencial entre los jóvenes de hoy.
Un aspecto que merece la pena destacar es que estas tendencias no muestran signo alguno de revertirse en el corto plazo. El colectivo femenino continúa avanzando en estas dinámicas de comportamiento con paso firme. En este contexto, cualquier hombre que desee maximizar sus opciones de construir una relación de pareja estable con alguien que merezca la pena y tener una elevada probabilidad de navegar juntos las aguas de la vida sin que el barco se vaya a pique, tiene que ponerse las pilas y hacer los deberes, si es que quiere sobrevivir en un tablero que se parece cada vez más a un jodido campo de minas.
¿Y qué deberes son esos, Frank?
Muy sencillo: Convertirse en lo que, según los abrumadores testimonios de nuestras compañeras del sexo opuesto, está actualmente en total peligro de extinción: Un hombre atractivo.
Atractivo en sentido amplio, diverso y profundo. Un tipo de atracción que no solamente sea un superpoder para formar una unión sólida con la persona adecuada, sino también para mantener esa unión a lo largo del tiempo, a pesar de las embestidas de la vida.
Veamos qué demonios significa esto.
El arquetipo del hombre atractivo
Bueno, ya hemos visto que, en un ecosistema de relaciones de pareja mucho más exigente, volátil y competitivo, tu mejor apuesta es elevar el listón de eso a lo que debes aspirar como persona varios centímetros.
La pregunta es… ¿qué es lo que hace atractivo a un hombre en los tiempos que corren? ¿Atractivo de verdad?
Si volvemos a nuestra tertulia de barra de bar, con toda probabilidad alguien diría algo como esto:
Bueno, a cada uno le atraen cosas diferentes. No se puede generalizar.
Y después bebería un trago de su bebida, que probablemente estaría tan mal elegida como su inoperante comentario.
Sí, claro que se puede generalizar. Dejando a un lado los rasgos físicos base, que son, hasta cierto punto, inmutables y sobre los que tenemos escaso control (ej. Si tengo la nariz grande, o la cara muy afilada, o soy bajito, poco puedo hacer salvo que sea prestidigitador), hay una serie de atributos en el perfil holístico de un hombre que provocan atracción en la mayoría de las mujeres. No en todas, evidentemente, pero sí en la mayoría. Y lo interesante del asunto es que esos atributos suelen sobrevivir a cambios sociales y culturales de todo tipo, porque están anclados en la biología y los patrones cerebrales del ser humano tras miles de años de evolución.
En este tema podría extenderme mucho, pero voy a darte las pinceladas clave y el argumentario correspondiente. Verás que muchos de los argumentos no hincan sus raíces en la lógica y la racionalidad, sino en un caldo de cultivo con un cariz más ancestral. De hecho, no es infrecuente que muchas personas tengan dificultades a la hora de verbalizar con claridad por qué les atraen ciertas cosas, e incluso que no sean del todo conscientes de que esas cosas les atraen.
Un último punto antes de empezar. La clásica reacción de “es que yo no soy así” no tiene cabida aquí. Tú serás como seas hoy, pero estás en constante evolución y puedes crecer y mejorar en cosas que te ayudarán a tener más posibilidades de tener una vida que merezca la pena sin tener que sacrificar tu esencia. ¿No es así? Pues eso. Si no eres así, empieza a trabajar a tu ritmo para empezar a serlo un poco más. O no lo hagas y confía en la suerte jugando a un juego donde todas las probabilidades de ganar están cada vez más en tu contra.
Empecemos.
1. Dimensión profesional
1.1 Competencia
Ser muy competente en un área profesional concreta que sea valorada (y remunerada) por el mercado es un atributo que genera atracción en el sexo opuesto, porque está íntimamente ligado a la sensación de seguridad. Si eres muy bueno en algo y el mercado lo reconoce, proyectas seguridad, control y estabilidad al exterior. Todas ellas sensaciones que casan muy bien con los deseos más primarios del sexo opuesto en el contexto de una relación de pareja a largo plazo.
A menudo se dice que “encontrar tu pasión” es la clave del éxito, como si todo dependiera de encontrar un tesoro debajo de una piedra y todo lo que tuvieras que hacer es buscar. No funciona así. La palanca de valor profesional se activa cuando una persona se convierte en alguien realmente bueno en algo. Porque sólo cuando eres realmente bueno en algo suelen surgir las oportunidades de canalizar y aplicar ese conocimiento y experiencia a una forma concreta de trabajar, en un contexto concreto y con un grupo de personas concreto, de forma que la combinación de todos esos ingredientes te resulte apasionante.
Ser competente es sexy. Y siempre lo será. Trabaja para ser realmente bueno en lo que haces.
1.2 Estatus
El lugar donde te encuentras en la pirámide de estatus social a ojos de los demás influye poderosamente en el nivel de atracción que generas en el sexo opuesto. Es una métrica de valor que se ancla en el nivel de reconocimiento que los demás, subjetivamente, te otorgan.
Sí, seguro que muchas personas te dirán que eso no importa, que es superficial, bla, bla, bla. Monsergas. Importa, y mucho.
Si estás bien considerado por los demás, eso atrae. Si las personas de tu mismo sexo te admiran, eso atrae. Si las personas del sexo opuesto quieren acercarse a ti, eso atrae. El estatus es una de las fuerzas de atracción más poderosas que existe, por mucho que las personas se nieguen a reconocerlo abiertamente.
La buena noticia es que el estatus se puede obtener de muchas maneras y no está exclusivamente ligado al nivel socioeconómico o a la posición profesional que un hombre ocupa. Sí, un directivo de una multinacional tendrá, a ojos de muchas mujeres, más estatus social que un fontanero. Pero también se puede conseguir un nivel potente de estatus siendo una persona honesta, o siendo un buen amigo, o siendo valiente, o hablando bien en público, o siendo un organizador de planes de ocio para tu círculo de amistades. Prácticamente cualquier cosa que alimente el respeto y la apreciación de los demás hacia ti puede ser una fuente de estatus.
No te vuelvas loco para conseguirlo, pero sé consciente de que el estatus es un factor que influye poderosamente en la atracción que generas en el sexo opuesto.
1.3 Salud financiera
Tener las finanzas en orden es otra palanca de atractivo para el sexo opuesto. No es necesario estar montado en el dólar ni mucho menos, pero evitar problemas financieros y poder vivir sin demasiadas restricciones de gasto sí lo es.
No, no debería serlo, contigo pan y cebolla, y tal y tal.
Estoy de acuerdo, no debería serlo. Pero lo es. El mundo real no es Disney.
Entre dos personas con exactamente los mismos otros atributos, el que tiene mejor salud financiera gana. Gana porque ese atributo incide en dos ángulos emocionales muy relevantes para el sexo opuesto. El primero es defensivo, la sensación de seguridad. Y el segundo es ofensivo, la sensación de que la relación de pareja con esa persona va a tener buenas posibilidades de placer material, comodidades y entretenimiento, y no va a ser una experiencia de aburrimiento y privación.
Esto significa que para mantener el atractivo vas a tener que “invertir” recursos financieros en la relación, o al menos dar la impresión de que eres capaz de hacerlo. En la era de Instagram y la continua comparación con los demás, el tener restricciones financieras que bloqueen los deseos de estilo de vida o planes de ocio debilitará tu atractivo para el sexo opuesto, y aumentará el atractivo relativo de otros pretendientes.
¿Frío? Quizás. ¿Cierto? Tan cierto como que estamos aquí.
Volviendo al primer punto de esta lista, la competencia: Si te conviertes en alguien muy competente en tu profesión, lo más probable es que eventualmente ganes lo suficiente como para poder navegar el condicionante de «atractivo financiero” sin naufragar. Pero no te engañes. Por muy independientes y autónomas profesionalmente que sean las mujeres, el nivel socioeconómico del hombre es y seguirá siendo, en líneas generales, un factor clave en las dinámicas de relación de pareja y los catalizadores de atracción.
Trabaja desde bien pronto en tu salud financiera. Maximiza ingresos, recorta gastos en todo lo que no sea prioritario para ti e invierte la diferencia. El tiempo hará lo demás.
2. Dimensión física
Aún a riesgo de decir una perogrullada, el físico de un hombre es una palanca de atractivo muy importante. Y lo es cada vez más en los tiempos que corren, dado que el nivel de exigencia al otro lado del tablero continúa en aumento.
Hay cosas de tu físico que no puedes controlar, como la altura, tus facciones o el tipo de metabolismo que tienes. Sin embargo, hay otras que sí puedes controlar y que tienen un impacto muy relevante en el atractivo que generas en el sexo opuesto. La lista es relativamente larga, pero me voy a concentrar en las 2 más importantes.
2.1 Fuerza
La fuerza es un factor que va también íntimamente ligado a la sensación de seguridad en el sexo opuesto.
Es cierto que ya no convivimos con el riesgo de que el poblado de al lado nos invada para quitarnos la cosecha y esclavizarnos de por vida, pero en nuestra cultura actual siguen existiendo peligros de índole físico para la mujer. Y aunque no existan o las probabilidades de que se materialicen sean muy bajas, su radar sigue estando muy alerta. Relacionado con esto, hay tareas en el día a día que requieren mucha energía física, y que la mujer, si tiene elección, prefiere no hacer porque no le gustan.
El tener un elevado nivel de fuerza física y ser capaz de ponerla en funcionamiento cuando sea necesario es, y siempre será, un atributo atractivo para el sexo opuesto. Y si tienes algunas nociones de lucha, sea boxeo o algún arte marcial, aún mejor. Alguien que no es capaz de hacer daño a nadie no es particularmente atractivo, pero alguien que, a pesar de ser pacífico, es capaz de defenderse y pelear sí lo es.
Entrena.
2.2 Higiene
Muy a menudo, los hombres tendemos a asumir que las mujeres concentran su atención en las mismas cosas que nosotros. Pocas cosas hay menos acertadas que ésa.
El olor, por ejemplo, es un canal de verificación al que las mujeres le suelen dar una importancia superlativa. Muchos hombres no son conscientes de esto, porque para ellos un nivel de higiene excepcional en una mujer no es tan diferenciador en comparación con un nivel medio. Sin embargo, para la mujer, un nivel de higiene excepcional en un hombre sí representa una enorme diferencia. Y un nivel pobre de higiene, aunque sea en un episodio circunstancial, es absolutamente aniquilador. Terminator hace su aparición en escena y ya eres fiambre en la escala de la atracción. Sayonara, baby.
Jabón corporal, pelo limpio, ropa limpia, boca siempre fresca y colonia de nivel en las situaciones adecuadas, colega. Es una inversión ganadora.
3. Dimensión de comunicación
3.1 Capacidad de expresión
La habilidad que tienes para comunicar ideas y expresar sentimientos es un atributo especialmente atractivo para el sexo opuesto. La historia de Cyrano de Bergerac es tan famosa porque encierra una profunda verdad: Las mujeres, a la hora de sentir atracción, son especialmente sensibles a lo que oyen. Lo que dices, pero especialmente cómo lo dices, porque son mucho más diestras en la comunicación no verbal que los hombres.
La capacidad de expresarte con destreza no es una habilidad fácil de desarrollar, pero puedes mejorar en ella haciendo algunas cosas. Leer biografías de personas célebres, por ejemplo, resulta muy útil para aprender a comunicar ideas y sentimientos. Escribir un diario con regularidad en el que describes cómo te sientes también es una buena técnica. Y nada mejor que practicar con tus amigas y recibir feedback sobre tu performance, evidentemente.
Los hombres, en general, somos bastante cenutrios en este ámbito. Es muy posible que destaques inmediatamente en cuanto dediques un poco de esfuerzo a pulir tus habilidades de comunicación.
3.2 Escucha activa
Muy pocas personas saben escuchar. Y esto, con nuestras compañeras del sexo opuesto, tiene una importancia demoledora.
En una escucha activa sobresaliente, hay dos planos fundamentales:
En primer lugar, centrar la atención en lo que la otra persona está diciendo, no en lo que tú vas a responder. Esto, además de estimular la sensación de que te están escuchando, tiene beneficios añadidos, como la reducción de interrupciones a la persona que habla.
En segundo lugar, no solamente entender lo que la otra persona está diciendo, sino intentar entender lo que está sintiendo al decirlo. Descifrar la emoción que hay detrás de las palabras.
Este segundo plano marca la diferencia, porque los hombres solemos abordar las conversaciones de forma lógica y con predisposición a resolver problemas. Si nos cuentan algo, nuestro cerebro empieza automáticamente a buscar soluciones y nuestra lengua regurgita consejos y recomendaciones. Pero, muy a menudo, las mujeres no buscan soluciones en este tipo de conversaciones. Muy a menudo, sólo quieren sentirse escuchadas y comprendidas.
De nuevo, este atributo es extraordinariamente inusual en el colectivo masculino. Si mejoras un poco en este ámbito, destacarás con facilidad.
4. Dimensión de carácter
4.1 Honestidad/Integridad
La honestidad y la integridad, en un mundo donde el engaño, los favores, el trapicheo y la mentira campan a sus anchas, son sinónimo de valentía y coraje. Y esos son atributos muy atractivos para el sexo opuesto. Comunican que eres alguien especial, admirable, diferente a los demás. Y eso es sexy.
Di la verdad y mantente fiel a tus valores, a pesar del riesgo de herir a la otra persona o de perder algo en el corto plazo. Una atracción anclada en falsedades y secretos no es sostenible en el tiempo.
4.2 Confianza en uno mismo
La confianza en uno mismo es uno de los atributos de carácter que mayor atracción provocan en el sexo opuesto. La confianza que un hombre muestra en sí mismo sirve como un indicador “atajo” por el que muchas mujeres estiman, por aproximación, cómo cubica esa persona en otros atributos relevantes como éxito profesional, estatus, competencia, incluso posición socioeconómica.
El problema es que la confianza en uno mismo se suele malinterpretar. Hay una forma sana y atractiva de llevarla y una forma que no es tan sana.
Empecemos por la que no es tan sana: Muchas personas asumen que tener confianza en uno mismo está relacionado con cosas como ser directos, exigentes y agresivos con los demás, o estar absolutamente seguros de poder conseguir nuestros objetivos.
Por ahí vas mal. No es una buena forma de construir relaciones de calidad, y además esconde una gran vulnerabilidad ante posibles fracasos. Y eso las mujeres, que tienen un sexto sentido para estas cosas, lo perciben enseguida.
Veamos ahora la forma sana: Tener confianza en uno mismo es estar cómodo con tus “defectos” o conviviendo con aquellas cosas que no te salen bien. Es aprender a aceptar todo eso que se supone que es “malo”, sin que ello te frene para hacer lo que quieres hacer o decir lo que quieres decir.
Parece contraintuitivo, pero es así como funciona. Los que más confianza sólida tienen en sí mismos no son los que persiguen firme y ciegamente experiencias positivas, sino los que están más cómodos atravesando experiencias negativas. Esos son los que siguen adelante a pesar de las dificultades y los fracasos. Y esos son los que, eventualmente, acaban triunfando en la mayoría de las áreas de la vida.
Aprende a convivir con las experiencias negativas e irradiarás confianza natural.
4.3 Mesura
Un hombre que exhibe comportamientos hiperbólicos no es atractivo, porque proyecta ausencia de control sobre sí mismo. El sexo opuesto es, como promedio, más emocional y experimenta alteraciones de estado de ánimo más frecuentes por la influencia de las hormonas y otros factores biológicos. En este ámbito, como en muchos otros, la fuerza de la polaridad manda: Lo atractivo para la mujer es que su pareja sea, en líneas generales, un pilar de estabilidad y calma, especialmente en situaciones en las que el comportamiento inverso empeora las cosas.
¿Y eso qué significa en la práctica? Pequeñas cosas como no gritarle a la televisión, no hablar demasiado deprisa o demasiado alto, no emborracharte hasta caerte de espaldas cada fin de semana, no comer como un cerdo y mancharte la camiseta de tirantes con salsa, no bajar la ventanilla para insultar al coche de al lado, o no romper ningún cristal a pedradas cuando tu equipo de fútbol pierde. Ese tipo de cosas te restan atractivo a los ojos de una mujer, porque le indican que no tienes control sobre ti mismo.
Un exceso de vez en cuando, sin problema. Pero, en líneas generales, mantén la mesura, colega.
4.4 Liderazgo
El liderazgo es la capacidad de inspirar, motivar e influenciar a los demás para conseguir ciertos objetivos. El liderazgo puede ser muy atractivo para el sexo opuesto, pero con una puntualización importante: El estilo concreto de liderazgo que se utiliza.
Muchos hombres confunden liderazgo con autoridad o imposición. Esto no suele funcionar bien, y menos aún en un contexto como el actual, en el que las mujeres tienen mucha menos dependencia económica de la pareja y multitud de opciones de parejas alternativas a su alcance. Por el contrario, el tipo de liderazgo que suele generar atractivo en el sexo opuesto es el liderazgo inspirador: Aquél que no emana de una posición de autoridad impostada, sino de un nivel de competencia legítimo en ciertas áreas y de unos atributos de carácter y personalidad que inspiran a los demás para depositar su confianza en ti motu proprio.
¿Y por qué no puede ser la mujer la que lidera, Frank?
Claro que puede serlo. Hay mujeres que llevan el volante en la relación y las cosas funcionan bien. Pero no suele ser lo que mejor funciona en el campo de la atracción. La mujer se suele sentir más cómoda delegando decisiones en las áreas en las que ve que el hombre es competente. Es cuando percibe que el hombre no es competente o no tiene energía para liderar, que decide tomar el volante. No en todos los casos, pero me atrevería a decir que sí en la mayoría. Y llevar el volante porque no te queda más remedio no es precisamente un géiser explosivo de atractivo hacia tu pareja.
Demuestra competencia en los asuntos relevantes de la vida en pareja, lidera inspirando y deja que tu pareja decida si debes ser tú el que lleve el volante en algunas áreas. Es muy posible que lo haga en muchas. Y eso genera atractivo.
4.5 Resolución de conflictos
Un aspecto interesante en los patrones de personalidad es la capacidad de lidiar con conflictos o mostrar desacuerdo con las cosas que no te convencen (en inglés, “disagreeableness”). Como promedio, las mujeres son menos “disagreeable” que los hombres, es decir, que convivir con situaciones de tensión (negociar un aumento de sueldo o las condiciones de compra de un coche, por ejemplo) les cuesta un poco más que al hombre promedio. No es el agua en la que mejor nadan, digamos. Y esa diferencia en los patrones de personalidad es uno de los múltiples factores que explica la brecha salarial histórica entre sexos.
En este contexto, un hombre que no se amilane ante las conversaciones difíciles es, en virtud de la fuerza inexorable de la polaridad, atractivo. Es un atributo que irradia valentía, personalidad y fuerza, todas ellas relacionadas directamente con el sentimiento de seguridad en el sexo opuesto. Por el contrario, un hombre que se deja pisotear por los demás o que pone a su pareja de escudo en un atraco no es atractivo. Cuando hay que plantar cara y ponerse firme, hay que plantar cara y ponerse firme.
Acostúmbrate a tener conversaciones difíciles y a gestionar momentos de tensión. Con mesura y seleccionando las situaciones con sabiduría, ¿eh, colega? Hay una fina línea entre tener personalidad y ser un plomo insoportable que adora las discusiones.
4.6 Mentalidad de crecimiento
El último atributo de esta sección es desarrollar una mentalidad de mejora continua. Seguir aprendiendo, seguir creciendo, seguir descubriendo. Desarrollar la curiosidad para expandir tu presencia a otras áreas, probar nuevas actividades, visitar nuevos lugares, conocer gente nueva.
En otras palabras, mantenerte en movimiento y continuar alimentando la aventura, la novedad, la excitación en la relación a medida que va pasando el tiempo.
En EEUU, las estadísticas muestran que el 45-50% de los matrimonios acaban en divorcio, y en los divorcios que tienen lugar, el 70-80% los inician las mujeres (hasta el 90% si tienen educación universitaria). Estancarse y dejar que la relación caiga en la rutina y la monotonía, con todas las opciones que las mujeres tienen a su alcance hoy en día y el bombardeo de mensajes divisivos en la cultura en la que estamos inmersos, no parece la mejor estrategia para que una pareja mantenga su unión en el tiempo y sea feliz en ella.
Mantente activo, curioso y abierto a nuevas experiencias.
El gran ingrediente: La compatibilidad
Bueno, colega, una vez que has hecho los deberes con todo lo que está en tu mano para maximizar tu atractivo para el cada vez más exigente colectivo femenino, queda un pequeño detalle: Has de encontrar a alguien con quien seas compatible en lo esencial.
Aquí sí que no se puede generalizar, porque cada uno tiene su personalidad, su sistema de valores y sus objetivos. Y por mucho amor que haya y mucha atracción que generes en tu pareja, si no hay un mínimo nivel de compatibilidad, los conflictos provocarán, inevitablemente, que sea muy complicado que la relación prospere.
Para más información sobre este gran ingrediente, lee esto.
Conclusiones
Como hemos visto, el hombre joven de hoy en día se siente perdido y sin referencias claras de comportamiento. Su rol tradicional de protector y proveedor de recursos tiene cada vez menos cabida en una sociedad en la que las mujeres son cada vez más independientes económicamente y van incorporando nuevas aspiraciones y objetivos a sus vidas. Los mensajes de las instituciones y los medios de comunicación fomentan el desarrollo de un hombre feminizado, sumiso y desprovisto de masculinidad. La política impulsa leyes discriminatorias y los juicios colectivos, azuzados por los activistas, operan con una doble vara de medir en el trato a hombres y mujeres, con el objetivo impulsar la relevancia social de las mujeres y encorsetar a los hombres en un rol de perritos falderos respetuosos y obedientes, con niveles decrecientes de testosterona.
Pero, a pesar de esa agenda política, ése no es el tipo de hombres que la mayoría de las mujeres quieren en sus vidas. La mayoría de las mujeres quieren hombres atractivos. Hombres que exhiban algunos o muchos de los atributos de los que Frank te ha hablado en este post. Hombres con los que puedan formar una unión sólida en la que se sientan seguras y satisfechas, sin comprometer su libertad e independencia, y expandir aún más sus posibilidades de vivir una vida que merezca la pena.
Quizá me equivoque, pero creo que, al final, casi todos nosotros favorecemos el tener compañía en este apasionante viaje. En compañía, el camino se disfruta más. Pero ha de ser compañía de la buena, porque el camino no es perfectamente llano. Tiene muchos baches. Muchos momentos difíciles y curvas inesperadas. Y solamente cierto tipo de compañía hace que el viaje sepa mejor que caminar solo.
En eso quiero que te conviertas, colega. En compañía de la buena. Porque ser buena compañía para los demás es la forma más efectiva de atraer buena compañía para ti mismo.
Ah, una última cosa: Por si no te has dado cuenta, todos los atributos de los que hemos hablado no sirven exclusivamente para estimular tu atractivo para el sexo opuesto, sino también para estimular tus posibilidades de vivir una gran vida, tengas pareja, o no.
Curiosa coincidencia, ¿verdad?
O quizás no.
Stay safe, kings.
Pura vida,
Frank.
Genial como siempre, Frank
Sí me ha faltado el “Sentido del humor”, las mujeres necesitamos que nos hagan reír.
Gracias Frank
Si Clarise, pero el artículo muestra que los hombres ya no están para bromas
Muy interesante Patxi. Gracias