La Piedra Filosofal de las Finanzas Personales

En este post vamos a hablar de un concepto muy poderoso. El ingrediente clave para una buena gestión de las finanzas personales. La fórmula de la coca-cola financiera, el mapa secreto que lleva a la Atlántida, el camino a la tierra prometida.

Bueno, igual le estoy dando demasiado bombo y platillo al tema. Pero es un post muy importante, porque habla de los cimientos que apuntalan toda la estructura al suelo y la hacen sostenible en el tiempo.

Así que vamos a profundizar un poco en ese famoso ingrediente y extraer algunas conclusiones prácticas.

La base de las finanzas personales

Antes de adentrarnos en lo que la base fundamental de las finanzas personales es, aclaremos lo que NO es.

No es conocer los mejores trucos para ahorrar.

No es la forma más efectiva de hacer presupuestos.

No es tener acceso a buenas ideas de inversión.

No es conseguir un trabajo en el que ganes un dineral.

Todas esas son herramientas que nos pueden facilitar el camino, pero que en la mayoría de los casos no servirán de mucho si la base fundamental no se encuentra en su sitio.

Veamos ahora lo que esa base fundamental SÍ es. Pero no esperes una compleja ecuación matemática con integrales triples, porque es algo tremendamente simple.

¿Preparado?

La base fundamental de una buena gestión de las finanzas personales es aprender a disfrutar de momentos, actividades y situaciones que apenas requieran gasto financiero, y alimentarlos para que tengan suficiente presencia en nuestra vida.

¿Qué? ¿Eso es todo?

Sí, marinero, eso es todo. Tan simple que está al alcance de cualquiera: Alto o bajo, listo o menos listo, jefe o empleado, casado o soltero, introvertido o extrovertido, joven o menos joven, blanco o negro, gay o hetero, vegano o carnívoro, creyente o profano.

En otras palabras, todo consiste en aprender a disfrutar de cosas que no requieran que gastemos mucho dinero y practicarlas habitualmente.

¿Por qué? Muy sencillo. Porque, y aunque depende un poco de tus circunstancias particulares, gastar mucho dinero no es en absoluto necesario. Lo que ocurre es que llevas mucho tiempo convenciéndote a ti mismo de que lo es.

Dentro de este conjunto de momentos, actividades y situaciones en las que no es necesario gastar mucho dinero se encuentran todos los ingredientes de la receta secreta para vivir una vida feliz, en el verdadero sentido de la palabra. Las cosas que merecen más la pena están ahí. No hace falta que te diga cuáles son, porque ya lo sabes. Sin embargo, tu conducta diaria te ha ido apartando misteriosamente de ellas.

¿Cómo demonios ha sucedido esto?

La perspectiva habitual en la búsqueda de satisfacción

Observa los hábitos de la gente a tu alrededor. El mundo funciona exactamente al revés de lo que dicta el principio de aprender a disfrutar de cosas que requieran poco gasto financiero. Nuestra manera habitual de disfrutar se orienta al gasto financiero como pieza angular del proceso, y alrededor de ese gasto construimos la experiencia con la que intentamos obtener satisfacción.

Si queremos compartir momentos con amigos, decidimos reunirnos en un restaurante a cenar. Si queremos dejar de aburrirnos, nos vamos de compras. Si queremos hacer ejercicio, nos apuntamos a un gimnasio y contratamos a un entrenador personal, o nos compramos un equipo de pádel y una bicicleta estática. Si queremos sentirnos cómodos o disfrutar de espacio, nos compramos una casa el doble de grande de lo que necesitamos. Si queremos sentir que estamos viviendo bien, compramos un monovolúmen de alta gama, nos vamos de vacaciones a lugares exóticos y nos hacemos fotos mientras consumimos todo tipo de cosas.

¿Por qué hacemos todo esto?

Hacemos todo esto porque, a raíz de lo que hemos ido viendo y oyendo a nuestro alrededor, hemos acabado equiparando gastar y tener con felicidad. Hemos interiorizado profundamente la creencia de que cuanto más gastamos y más tenemos, especialmente en los ámbitos que más valoran los demás, mayor felicidad obtendremos. La pregunta que nos hacemos al tomar todas esas decisiones de gasto no es si tienen sentido, ni si están contribuyendo a que vivamos una vida mejor, ni si nos acercan a nuestros objetivos vitales. No nos preguntamos si esa creencia de que la satisfacción y la felicidad están ligadas al gasto financiero es una creencia útil, que nos ayuda a conseguir los resultados deseados.

No, la pregunta que nos hacemos es otra diferente. La pregunta que nos hacemos es: ¿Nos lo podemos permitir? 

Si la respuesta a esta pregunta es “creo que me lo puedo permitir sin que mi estilo de vida se desmorone”, generalmente gastamos sin dudarlo. Lo hacemos porque cuadra con nuestro marco de toma de decisiones habitual y el que vemos a nuestro alrededor. Cuadra con el modelo de felicidad que la sociedad en la que vivimos nos proyecta. Y nuestra mente concluye, de forma automática y sin reflexión alguna, que es una buena decisión. Una decisión sólida, consistente y racional.

Sin embargo, actuar así tiene una consecuencia muy desfavorable, aunque no apreciemos todo su impacto en el momento presente: Nos mantiene envueltos en restricciones financieras y nos resta libertad. Nos mantiene a un paso de caer en el infierno y nos carga con unas pesadas cadenas que nos impiden levantar el vuelo.

Si adoptamos esta perspectiva en nuestra búsqueda de satisfacción, la base fundamental de una buena gestión de las finanzas personales falla. Todos sus beneficios se volatilizan como por arte de magia. Y lo único que nos queda es una sensación de vacío tímidamente cubierta por un espejismo de seguridad y comodidad, que puede desaparecer en cualquier momento ante un acontecimiento inesperado.

Una perspectiva alternativa en la búsqueda de satisfacción

La buena noticia es que existe otra perspectiva. Una perspectiva que nos permite apreciar que existen formas alternativas de conseguir los mismos objetivos de satisfacción vital sin incurrir en ese gasto financiero, o incurriendo en un gasto mucho menor. Que hay más formas de compartir momentos de calidad con los amigos que ir a comer fuera o alquilar un chalet de lujo para el fin de semana. Que hay más formas de dejar de aburrirse que ir de compras. Que hay más formas de sentirnos cómodos y seguros que comprar una casa tan grande o un coche de tan alta gama. Y que hay más formas de sentir que estamos viviendo a tope que viajar a todo trapo cada dos por tres a lugares exóticos.

Por más que nos empeñemos en practicar lo contrario, los mejores momentos suelen ser gratis

Estas ideas no sólo aplican a los grandes gastos, sino también a los otros niveles. Si revisas periódicamente tu cuenta de gastos (pista: hazlo), es muy posible que encuentres un montón de cosas en las que podrías no gastar o gastar mucho menos sin un impacto material en tu felicidad. Los grandes gastos como vivienda, coche, actividades de ocio, comer fuera de casa, viajes, suscripciones y pertenencia de clubes de diferentes tipos, etcétera, son los más obvios. Pero la capacidad de mejora llega hasta abajo del todo, porque es una filosofía de vida que se filtra a cualquier decisión que no contribuya a nuestra felicidad: ¿Por qué cuando tenemos sed automáticamente compramos un botellín de agua si la del grifo sabe bien y es sana? ¿Por qué tomamos cafés en bares todos los días si no son particularmente buenos para el organismo en vez de dar un paseo? ¿Por qué desayunamos fuera si podemos desayunar en casa a un coste menor y con alimentos más saludables? ¿Por qué contratamos un servicio completo de televisión por cable si lo que conseguimos con él es que nuestro culo esté adquiriendo un alarmante parecido a un pastel de gelatina, nuestra mente se embote y leamos menos libros al año que un aborigen del Amazonas con cataratas en los ojos?

Esto te puede sonar difícil. Puede que, a pesar de que captes la lógica financiera y espiritual de este principio, tu primera reacción sea que no estás dispuesto a renunciar a una serie de cosas. Te comprendo perfectamente, porque Frank Spartan no te habla desde el púlpito. Frank Spartan ha estado ahí, en las trincheras igual que tú, experimentando cierta dependencia de algunos caprichos, hábitos y formas de actuar.

Llegados a este punto, te diré tres cosas:

  • Cambiar tus creencias con respecto a las decisiones de gasto financiero más trascendentes no es sencillo. Si has interiorizado la creencia de que un piso de 150 metros cuadrados te va a generar mayor felicidad que uno de 120, no es fácil elegir el de 120 si te puedes permitir el otro. Lo mismo si has interiorizado la creencia de que alquilar es tirar el dinero y lo mismo al abordar decisiones sobre el coche, las vacaciones, los restaurantes, los clubes, etcétera, etcétera. Para poder gestionar estas decisiones adecuadamente y optimizar tu vida, has de deshacer esas creencias poco a poco e ir interiorizando una creencia nueva: Al elegir la alternativa más lujosa y con mayor gasto financiero asociado, estás eligiendo, en la inmensa mayoría de los casos, la satisfacción efímera y de corto plazo; y a la vez estás renunciando a la satisfacción permanente que surge del desarrollo de tu fortaleza interior y tu libertad. Eso no parece una buena decisión si tu objetivo es vivir la mejor vida posible.
  • Cambiar tus creencias con respecto a las decisiones de gasto financiero menos trascendentes es generalmente más fácil, porque en ellas somos menos vulnerables a las opiniones de los demás. En otras palabras, puedes cambiarlas sin que tu inflado ego, ese cabroncete que te habla al oído y te dice un sinfín de chorradas que no te ayudan nada, sufra demasiado. Por ejemplo, los axiomas del estilo “no puedo vivir sin el café del bar de la esquina” y similares son una gilipollez, una creencia absurda que se ha metido en tu cabeza por puro hábito. Puedes, y si quieres lo mejor para ti, también debes aprender a poder vivir sin eso. Y, en muchos casos, a elegir vivir sin eso. Cuando lo hagas, comprobarás que eliminar ese hábito no afecta en absoluto a tu felicidad, sin perjuicio de que, de vez en cuando, disfrutes de esos caprichos como el que más.
  • La clave de todo es desarrollar una mentalidad de gasto eficiente que impregne tu forma de tomar decisiones y que, aunque te resulte difícil al principio, no te desequilibre emocionalmente. La solución no está en ser un rácano y un cutre en todas las áreas de tu vida, porque te quedaras más solo que un psicópata irascible con higiene descuidada. La solución está en elegir bien y adelgazar proactivamente aquellas áreas que no te aportan auténtica satisfacción, para así poder conquistar algo que merece la pena. Esa mentalidad y ese hábito de gasto eficiente te hará más resistente y potenciará habilidades importantísimas de tu fortaleza emocional, como la autoestima, la invulnerabilidad a la opinión de los demás, la disciplina, la adaptación al cambio, el autoconocimiento y la capacidad de retrasar las recompensas del corto plazo en aras de un objetivo que dé mayor sentido a tu vida: La libertad. Todas esas habilidades son clave para vivir con sabiduría y equilibrio, e iremos profundizando en cómo desarrollarlas en futuros artículos del blog.

Frank Spartan va a hacerte una importante puntualización: Sin desafiar el principio fundamental de aprender a disfrutar con actividades que requieran poco gasto financiero, resulta conveniente seguir practicando y alimentando aquellas conductas y hábitos que nos generen satisfacción real y contribuyan a nuestro equilibrio mental y emocional, aunque requieran un gasto financiero relevante. Quizá hay cosas en nuestra vida a las que no tiene sentido renunciar, porque producirían un decremento demasiado grande en nuestro nivel de satisfacción que frenaría nuestra motivación para continuar progresando hacia el objetivo.

A modo de ejemplo, Frank Spartan siente debilidad por viajar. Me gusta viajar a lugares que a veces requieren un desembolso relevante de costes de transporte. Y eso no me frena en absoluto, porque viajar es una puerta de entrada a multitud de experiencias que contribuyen enormemente a mi desarrollo personal. Eso sí, una vez en destino, no voy a hoteles de cinco estrellas ni a restaurantes de lujo porque eso no es importante para mí. ¿Me lo podría permitir? Sí. Pero no quiero hacerlo. Cuatro paredes y algo comestible me bastan, porque lo que realmente me interesa de la experiencia son otras cosas. Y además, creo que es mucho más probable encontrar gente interesante viajando de esa forma que recorriendo hoteles de cinco estrellas y restaurantes caros.

Ahora bien, marinero, esta puntualización no es un coladero para que hagas barrabasadas. Las cosas que encajan en esta descripción – las que requieren gasto financiero elevado pero producen satisfacción real – son, en la experiencia de Frank Spartan, muy pocas. En el resto, que son la inmensa mayoría, puedes y debes aplicar el principio fundamental de sustituir hábitos y conductas que requieren alto gasto financiero por iniciativas más sanas y equilibradas que no lo requieren y que consiguen los mismos objetivos.

Si interiorizamos y practicamos esta filosofía, tendremos en nuestro poder el Santo Grial, La Lámpara de Aladino, La Piedra Filosofal de las finanzas personales. Y una vez tengamos ese tesoro en nuestro poder, veremos que hay dos procesos tremendamente relevantes que se desarrollan de forma natural:

  1. Ahorraremos una cantidad muy superior, sin sentir que estamos haciendo grandes sacrificios para ello. Esto es clave para que el proceso de ahorro sea sostenible. Si sentimos que estamos sacrificando mucho, es probable que acabemos rindiéndonos, Y si aun así no nos rendimos, es probable que nuestro estado de ánimo se resienta, lo que impactará negativamente en nuestra vida y en la de las personas a nuestro alrededor. Por eso es importante, como hemos mencionado anteriormente, no ser demasiado inflexibles con el gasto financiero ligado a actividades que sí nos proporcionan auténtica satisfacción.
  2. Desarrollaremos un carácter y un progresivo dominio de nuestras emociones que nos harán cada vez menos vulnerables a los vaivenes de la vida. Nos conoceremos mejor a nosotros mismos, tendremos más resiliencia, más capacidad de sobreponernos a las dificultades con entusiasmo, más autoconfianza y mayor capacidad de adaptación, porque aprenderemos a necesitar menos. Eso, y no lo que se encuentra en el exterior, es la raíz de la auténtica seguridad y el secreto para mantener viva esa salud financiera a lo largo de todas las etapas de tu vida.

Conclusiones

Aprender a disfrutar sin depender tanto del gasto financiero implica atravesar un proceso que lleva su tiempo. Dependiendo de cuáles sean tus circunstancias y tu personalidad, te costará más o menos. Pero si tienes convicción y disciplina, a base de pequeños pasos lo acabarás consiguiendo.

Ésta es la base fundamental. Los cimientos de una buena gestión de las finanzas personales. Si incorporas estas ideas a tu filosofía de vida, tu mentalidad y tus hábitos, todo lo demás te resultará increíblemente fácil. Y los resultados vendrán sin que apenas te des cuenta.

Pura vida,

Frank.

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