Cómo encontrar el trabajo ideal

Hace unos meses, un antiguo profesor y amigo invitó a Frank Spartan a dar una charla en la universidad.

El objetivo de la charla era dar una perspectiva práctica sobre mi carrera profesional a los estudiantes universitarios. El profesor que me invitó tiene una gran vocación por su trabajo, cosa que admiro y comparto, y también gran interés por empezar a plantar en la cabeza de sus alumnos la importancia de planificar el futuro con cierta antelación, para tomar algunas decisiones trascendentes de forma más acertada.

A Frank Spartan aquello le pareció sumamente interesante, así que preparé algunas cosas que decir y me presenté en el campus universitario con aspecto respetable.

Mi amigo profesor me había informado de que la audiencia a la que me iba a dirigir eran alumnos de segundo de carrera. Yo había hecho una nota mental de aquello, pero no fui totalmente consciente de la realidad hasta que entré en la sala y vi al público por mí mismo.

Fuck, pensé. Son muy jóvenes.

La forma en la que funciona la perspectiva del tiempo en nuestra mente es un fenómeno muy curioso.

Cuando vamos llegando a cierta edad, digamos la década de los cuarenta, es habitual que apreciemos que existe una gran diferencia de mentalidad entre nuestro yo actual y nuestro yo veinteañero. Lo que sabemos sobre el funcionamiento del mundo y los objetivos que tenemos ahora difieren significativamente de la situación de entonces, cuando teníamos veinte años.

Sin embargo, y especialmente si todavía nos sentimos jóvenes y con energía, no apreciamos que exista tanta diferencia en el plano físico. Tiene que pasar algo especial, como que algún simpático nos enseñe una foto nuestra de hace veinte años, para que nos hagamos conscientes de la cruda realidad de las – significativas – diferencias físicas entre ahora y entonces, por muchas sentadillas y sesiones de spinning que hagamos en el gimnasio.

Pues bien, entrar en aquella sala de jóvenes universitarios fue como si viera una de esas fotos mías de hace veinte años, cuando tenía acné, tupé y la expresión de James Dean en Gigante.

Ante aquella inesperada visión, Frank Spartan no pudo evitar pensar que la mentalidad de aquellos jóvenes sería, probablemente, muy consistente con la mía propia cuando tenía aquella edad; y que, por tanto, ellos tendrían mayor interés en cómo meterle mano al chico o la chica de la mesa de al lado, que en aprender sobre los entresijos de la carrera profesional de finanzas.

En cualquier caso, a pesar de que Frank Spartan podría haberles ayudado, y mucho, en lo primero, la realidad es que había sido invitado para ayudarles en lo segundo. Así que centré mi charla en ese objetivo, improvisando algunas ideas sobre lo que aquellos jóvenes debían tener en cuenta a la hora de comenzar su andadura por el mundo profesional.

Sin embargo, había otra cosa que me habría gustado transmitirles. Pero, al pensar en mi propia versión James Dean de hacía veinte años, concluí, quizá equivocadamente, que era demasiado pronto para que la entendieran bien.

¿Existe el trabajo ideal?

Puede que te suene la frase de “haz algo que te apasione y no sentirás que estás trabajando”. Esa frase, al parecer, es de un pensador chino llamado Confucio.

Frank Spartan ha leído algunas cosas de Confucio y está muy de acuerdo con su filosofía. El problema es que el susodicho se inventó perlas como la frase anterior mientras paseaba por su jardín en paños menores alrededor de 500 años antes de Cristo. Y aunque en un plano idealista tenga razón, la sociedad en la que vivimos ahora es un poco más compleja, y cambia a un ritmo un poco más rápido, que la sociedad de nuestro querido pensador chino.

Hoy, para poder integrarnos en esta sociedad, tanto desde el punto de vista social como económico, es a menudo necesario que pasemos por una serie de aros. Al menos en un principio. Y ese mantra tan manido de “sigue tu pasión”, que los grandes empresarios de éxito, envueltos en una cómoda sábana protectora de reconocimiento social y fortuna, predican desde su púlpito, como si estuviera al alcance inmediato de cualquier mortal, se puede malinterpretar fácilmente por una mente joven y sin demasiada experiencia.

Lo que Frank Spartan se quedó con ganas de transmitir a aquellos jóvenes universitarios fue que esa idea del trabajo ideal, que los empresarios mediáticos y gurús de Instagram tanto pregonan con frases grandilocuentes, es un concepto ilusorio. Particularmente en los primeros años de carrera profesional, es como el aire que desaparece entre tus dedos cuando intentas atraparlo. Y, como tal, no es algo que debes asumir que vas a encontrar en el corto plazo.

¿Por qué? Veámoslo.

¿Qué podemos esperar encontrar?

El concepto de trabajo ideal, en nuestra sociedad actual, se compone de tres variables fundamentales:

  1. Su contenido te llena o al menos te genera un alto grado de satisfacción emocional
  2. Es estable
  3. Paga bien

Eso suena genial, ¿no es verdad? Es lo que querría cualquier universitario. Bueno, eso después de poder hincarle el diente a su musa o a su príncipe de la facultad.

Pero la cruda realidad es que, salvo que la diosa Fortuna decida bajar de las alturas y tocarte el hombro, será muy difícil que consigas aunar esas tres variables en un trabajo inmediatamente. Lo más probable es que, como mucho, solamente puedas conseguir dos de ellas.

Veamos ahora cómo podríamos organizar las opciones laborales posibles en base a diferentes combinaciones de esas tres variables (satisfacción, estabilidad y buen sueldo) que componen ese concepto de trabajo ideal.

1) Satisfacción-Estabilidad

Hay trabajos que llenan y que a la vez son relativamente estables: Aquí entran las profesiones vocacionales que generalmente, si gozan de estabilidad, se encuentran ligadas a la administración pública. Ejemplos de este tipo de combinación serían las fuerzas de seguridad, los profesionales de la salud, los profesionales de la enseñanza, etcétera, etcétera.

Sin embargo, esos empleos no suelen venir acompañados de buenos sueldos, porque existe un desequilibrio entre oferta y demanda a favor de los empleadores y/o los presupuestos públicos se encuentran habitualmente bajo presión.

2) Satisfacción-Buen Sueldo

Los trabajos soñados por los jóvenes: Llenan y a la vez pagan bien. Ejemplos de este tipo de combinación serían profesiones como deportista de élite, actor de televisión, estrella del rock, influencer, youtuber, conferenciante, emprendedor de éxito, etcétera, etcétera.

Sin embargo, esos empleos no son muy estables, porque se encuentran muy expuestos a variables impredecibles como accidentes, cambios en las modas y gustos sociales, acontecimientos imprevistos, disrupciones tecnológicas o cambios del entorno. El éxito de un día puede desaparecer rápidamente al día siguiente.

3) Buen Sueldo-Estabilidad

También hay trabajos que pagan bien y que a la vez son relativamente estables. Ejemplos de este tipo de combinación son las profesiones de alto nivel, como doctor, ejecutivo, notario, etcétera, etcétera.

Este tipo de profesiones pueden resultar particularmente atractivas, porque en los primeros años es habitual contar también con el componente de satisfacción emocional. Son trabajos de alto reconocimiento social, donde se aprende muy rápido y se adquiere un sentimiento de relevancia que hace que, en algunas fases y a medida que nos van promocionando y reconociendo, rocemos la sensación de que estamos muy cerca del trabajo ideal.

Sin embargo, el buen sueldo que percibimos en este tipo de trabajos trae consecuencias asociadas. Más a menudo que otra cosa, la organización para la que trabajamos nos exige tal dosis de compromiso y dedicación que acaba asfixiando las otras dimensiones de nuestra felicidad, como las relaciones humanas, el desarrollo personal, la salud o la autonomía. Y esa satisfacción que quizá pudimos llegar a percibir en algunas fases de nuestra carrera profesional, acaba desapareciendo o diluyéndose considerablemente.

Vaya panorama, ¿no?

Hmmm… vale, ya he conseguido llegar. Y ahora cómo narices salgo de aquí?

¿Están las cosas tan jodidas en nuestra sociedad actual que debes considerarte afortunado si consigues al menos dos de los tres componentes del trabajo ideal?

Y lo que sería aún más decepcionante: ¿Significa esto que Frank Spartan está diciendo a los universitarios y jóvenes profesionales que es mejor que renuncien a encontrar el trabajo ideal para siempre y se contenten con lo que aparezca?

Nada más lejos de la realidad. Frank Spartan no te dejará tranquilo hasta que te conviertas en la mejor versión de ti mismo. Y un trabajo “que no está del todo mal” no cumple esa condición ni por asomo. Así que remángate, porque tenemos cosas que hacer.

¿Qué debes hacer para encontrar tu trabajo ideal?

Ésta es una pregunta difícil de contestar. Para empezar, sobre todo, porque está mal hecha.

Tu visión sobre el trabajo ideal no es diferente a tu visión sobre muchas otras cosas: Cambia con el tiempo porque tú vas cambiando también. Vas cambiando en función de las experiencias que tienes y de las personas con las que entras en contacto a medida que se desarrolla tu vida. Todo ese proceso va moldeando tu personalidad y tus prioridades. Y como tal, lo que consideras que te interesa hacer en un momento dado puede dejar de interesarte al de unos pocos años.

Por lo tanto, tu trabajo ideal no es un concepto inmutable. No es algo específico y perfectamente definido que se encuentra escondido en un cofre enterrado que tienes que descubrir. Es algo que tiene muchas caras. Y esas caras, además, van cambiando con el tiempo a medida que cambias tú.

Teniendo esto en cuenta, la pregunta correcta es ésta: ¿Qué debes hacer – ahora – para maximizar tus probabilidades de encontrar un trabajo que te permita satisfacer tus prioridades fundamentales a lo largo del tiempo?

Y la respuesta a esa pregunta es: Hacerte lo más flexible posible. Flexible para moverte y poder aprovecharte de las oportunidades que surjan, o crearlas, a medida que tus prioridades vitales vayan evolucionado.

El mantenerte flexible tiene muchas dimensiones, tanto personales como profesionales, que exploraremos en Cuestión de Libertad. Sin embargo, existen dos estrategias tremendamente útiles que a Frank Spartan le gustaría adelantarte:

Estrategia 1: Incorporar habilidades y competencias clave que incrementen tu capacidad y fluidez para transicionar a otros empleos, bien con otros empleadores o accediendo a posiciones más atractivas dentro de tu empleador actual.

Esa mayor capacidad para moverte a otros empleos te permitirá mejorar tu puntuación en las variables que componen el concepto de trabajo ideal (satisfacción, estabilidad y buen sueldo) cuando alguna o varias de ellas estén ausentes o se vayan deteriorando con el paso del tiempo. Y ése es un tipo de flexibilidad que se encuentra a tu alcance sin tener que esperar demasiado tiempo.

Vale, cojonudo Frank. ¿Pero qué ocurre si lo que quiero hacer es algo radicalmente distinto?

Ésa es una buena pregunta. Esta estrategia te permite realizar saltos laterales de forma relativamente rápida, pero quizá no sea suficiente para saltos cuánticos trascendentes, cuando lo que deseas conseguir es un giro radical en tu carrera profesional. ¿Por qué? Porque ese tipo de situaciones a menudo requieren tiempo y esfuerzo económico para que puedas cultivar otras habilidades, realizar inversiones o poner en marcha iniciativas que te permitan tener un nivel suficiente de probabilidad de éxito. En otras palabras, el tipo de flexibilidad que necesitas para transicionar es de otro calibre.

Y aquí es donde la segunda estrategia entra en funcionamiento.

Estrategia 2: Generar un grado suficiente de Libertad Financiera para poder acometer las decisiones de cambio de rumbo sin que el vértigo que produce el riesgo que conllevan te inmovilice.

Las restricciones financieras son, en la experiencia de Frank Spartan, el factor en el que nuestra mente más a menudo se atasca a la hora de considerar cambios profesionales de alto calibre. Debes librarte de ellas cuanto antes, pero eso implica tener una serie de conceptos muy claros y algo de tiempo por delante.

El E-book gratuito sobre Libertad Financiera que proporciono a los suscriptores de Cuestión de Libertad te será muy útil para familiarizarte con el camino que debes seguir para poner en práctica esta estrategia. Y también iremos profundizando en las distintas dimensiones de la Libertad Financiera y sus implicaciones a través de futuros artículos del blog.

Estas dos estrategias, utilizadas conjuntamente, te permitirán demoler muchas de las barreras que encontrarás al buscar ese trabajo ideal, o algo que se le parezca lo suficiente. Sin ellas, estarás más expuesto al riesgo de que esas barreras te parezcan infranqueables.

Ten en cuenta que las dos estrategias que hemos cubierto aquí se enfocan en solventar las dificultades externas del cambio de rumbo: Aspectos como restricciones financieras o un déficit de competencias, que pueden considerarse, aunque no totalmente, dificultades objetivas.

Las dificultades internas, por otra parte, se encuentran exclusivamente en tu mente y son subjetivas: Aspectos como vulnerabilidad a las opiniones de los demás, miedo al fracaso, dependencia del estatus social y cosas de ese estilo. Esas barreras mentales son de otro cariz más profundo y requieren estrategias diferentes, como veremos en futuros artículos.

Un último apunte: No olvides que tu trabajo ideal es un concepto en continuo movimiento, que seguirá el ritmo de la evolución de tus prioridades personales en las distintas etapas de tu vida. En otras palabras, incluso si crees que lo has encontrado, es muy probable que la historia no acabe ahí y que el camino te depare otras sorpresas.

Y eso, en cierto modo, es lo divertido del asunto, ¿no te parece? Sobre todo, si estás preparado para las curvas.

Pura vida,

Frank.

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