Mindset (Mentalidad), de Carol Dweck
Puntuación 8/10
Resumen
Con práctica, entrenamiento y sobre todo método, podemos mejorar nuestra atención, memoria, juicio y literalmente volvernos más inteligentes.
El factor más importante que lleva a conseguir ser muy bueno en algo no es la habilidad innata, sino el esfuerzo con propósito.
La visión que adoptas para ti mismo afecta profundamente como vives tu vida y las cosas que consigues.
Sí adoptas una mentalidad fija y crees que tus cualidades están talladas en piedra, auto-generas presión de demostrar lo que vales una y otra vez. ¿Para qué hacer eso, cuando podrías estar mejorando constantemente?
En la mentalidad fija, el éxito se define como demostrar que eres inteligente o tienes talento. Todo se basa en la validación. Por el contrario, en la mentalidad de crecimiento el éxito se define como el hecho de crecer superando obstáculos. La primera se concentra en el exterior, la segunda en el interior.
Cuando estés en tu lecho de muerte, una de las cosas que es muy satisfactorio poder decir es: “Me he explorado de verdad a mí mismo. He superado muchos de mis límites”.
Si solamente vas por la vida haciendo lo que es cómodo y fácil, mal asunto para ti, porque no llegarás muy lejos.
Para las personas con mentalidad de crecimiento, convertirse en algo es mejor que serlo, porque lo que les motiva es cambiar, mejorar, superarse.
¿Por qué valoramos tanto los logros de los que consideramos genios y tan poco los logros que son fruto del esfuerzo? A las personas con mentalidad fija no les gusta el esfuerzo por dos motivos: El primero es que los genios no se supone que lo necesitan. Y el segundo es que si aceptaran que algo se puede conseguir con esfuerzo, les dejaría sin excusas para no intentarlo.
La mentalidad de crecimiento nos permite amar lo que hacemos, y a continuar amándolo aunque surjan dificultades. De hecho, las dificultades son gasolina para las personas con mentalidad de crecimiento. En la mentalidad fija esto no sucede, porque todo se centra en el resultado. En la mentalidad fija, si no consigues el resultado deseado, has fracasado.
Los adolescentes a menudo adoptan una mentalidad fija. Protegen sus egos evitando el esfuerzo, no intentando las cosas, por miedo a fallar.
Cuando educamos a los niños, la motivación para seguir aprendiendo es mucho mayor si alabamos sus esfuerzos que si alabamos sus resultados. Alabar los resultados hace que eviten las tareas difíciles, porque si no las resuelven significaría para ellos que son tontos. Debemos tener cuidado con esas etiquetas de «listo», «brillante», etc. Porque hacen más daño del que parece.
Aquellos que tienen mentalidad de crecimiento se toman el feedback de forma constructiva. El feedback es algo motivador, que les ayuda a mejorar. Por contra, aquellos que tienen mentalidad fija se ven amenazados y defienden su imagen con uñas y dientes.
La rapidez y la perfección son enemigos de aprender cosas difíciles. El niño dice: “Si piensas que soy listo cuando soy rápido y no cometo fallos, mejor que no intente nada difícil”.
La mentalidad fija resulta muy tentadora. A primera vista parece prometer una vida llena de valor, éxito y admiración, simplemente por ser como somos. Por eso cuesta tanto esfuerzo hacer que germine la mentalidad de crecimiento cuando la mentalidad fija ha echado raíces. Y por eso debemos cultivar actitudes que formen una mentalidad de crecimiento desde bien pronto.