El Asiento del Testigo

El newsletter de hoy va sobre el Asiento del Testigo.

¿Y qué es el Asiento del Testigo?

Digamos que es una idea muy poderosa que podemos aplicar en multitud de situaciones diferentes de nuestra vida. Una idea de la que yo mismo me he olvidado recientemente, lo cual ha provocado que me rompa los dientes en mil pedazos contra una pared de ladrillos.

Voy a contarte una historia personal.

Hace un tiempo no muy lejano, tuve un conflicto con una persona cercana. Esa persona y yo chocamos en algunas ocasiones, y a pesar de que nos teníamos muchísimo aprecio, ambos dijimos e hicimos cosas que no le gustaron nada de nada al otro. En aquel momento ambos nos vimos justificados para comportarnos así, pero nuestra relación se torció.

En este contexto, lo más habitual es pensar: “Yo hice lo que hice y dije lo que dije porque la otra persona hizo esto y dijo aquello, y yo soy como soy. Si la relación se ha roto, es porque se tenía que romper”.

Y después pasamos página y seguimos adelante.

Razonable, ¿no? Problema resuelto.

Sí, eso parece. Pero es sólo una ilusión. El problema no ha desaparecido. El problema sigue ahí. Algo que he reaprendido después de hacer mucho trabajo interno tras vivir ese conflicto que acabo de mencionar.

Ahora podría seguir regurgitando ideas abstractas, pero creo que es mucho más ilustrativo que invite a Frank Spartan al escenario y tenga una charla cara a cara con él.

Vamos allá.

Yo: No creo que actuara mal. Esa persona me dijo cosas que me molestaron y no tenía razón.

Frank: ¿Las cosas que esa persona dijo te molestaron? No es cierto.

Yo: ¿Qué dices, jodido espartano?

Frank: No te pases, colega. He venido a ayudarte.

Yo: Está bien, habla.

Frank: Nadie puede hacerte daño. Sólo tú mismo puedes. Deberías saberlo ya.

Yo: ¿De qué estás hablando?

Frank: La forma en la que filtras lo que sucede fuera es lo único que determina cómo te sientes dentro. Tú le das el significado que quieres. Es tu decisión. El hecho en sí es neutro.

Yo: ¿Estás diciendo que yo tengo la culpa de sentirme así?

Frank: Mala palabra. No tienes ninguna culpa. Pero sí tienes responsabilidad.

Yo: No me jodas.

Frank: No he venido aquí a contarte monsergas para que te sientas mejor. Sé lo que sucede. Te conozco perfectamente. A mí no puedes engañarme.

Yo: Sigue.

Frank: No has estado muy atinado filtrando los hechos. Y eso es porque estás perturbado en tu interior. Que haya sido por este conflicto o por otro diferente, lo mismo da. Estás alterado, y eso te lleva a interpretar lo que sucede en el exterior de una forma que te aleja del equilibrio.

Yo: Pero esa persona no tenía razón, ¿no lo entiendes?

Frank: El que no lo entiendes eres tú. ¿Qué coño significa eso de tener razón? ¿A quién le importa? Voy a recordarte algo que ya sabías, pero que parece que se te ha olvidado: Tú no eres tus pensamientos. Ni tampoco eres tus emociones. No eres lo que piensas, ni tampoco lo que sientes, por mucho que tiendas a identificarte con ello. Lo que piensas y lo que sientes viene y va, lo mismo que ese coche pasa por delante de ti ahora mismo. No son tú. Tú eres el que los experimenta. Tú eres el que ve el coche. No eres el coche, amigo mío. Así que deja de darle tanta importancia al puto coche.

Yo: ¿Pero entonces cómo soluciono los conflictos? Si alguien me altera porque se comporta mal o dice algo que no debe, ¿no he de responder? ¿no he de enfadarme? ¿no he de decirle a la otra persona que deje de hacer eso? ¿o incluso mandarla a freír espárragos?

Frank: Te lo vuelvo a repetir, cabeza hueca. Nadie puede alterarte. Sobrevaloras a la gente. No tienen tanto poder. Decides alterarte tú mismo con la forma en la que filtras las cosas.

Yo: ¿Entonces qué hago?

Frank: Muy sencillo: Suelta.

Yo: ¿Cómo?

Frank: Lo que oyes. Suelta.

Yo: ¿Pero eso qué significa?

Frank: Estás un poco atontado hoy, ¿lo sabes?

Yo: Y tú eres un capullo sabelotodo. Ya ves, aquí hay estopa para todos.

Frank: Por lo menos no has perdido el sentido del humor. Tan grave no habrá sido lo que te ha pasado.

Yo: Déjate de rollos y sigue, anda.

Frank: Cuando notes que algo que sucede en el exterior te perturba, suéltalo de inmediato. Déjalo ir. Sin pensarlo. Si te enredas en ello y empiezas a pensar y a racionalizar, te arrastrará hacia abajo irremediablemente y te confundirá. Bloqueará el flujo de tu energía interna. Y eso hará que te desequilibres en tu forma de pensar y de sentir. No sólo con respecto a ese hecho en concreto, sino que tendrá ramificaciones en muchas otras áreas de tu vida.

Yo: Pero…

Frank: No hay peros que valgan. Suelta. De inmediato. Es la única solución. Si esperas, será peor. Mucho peor. Siempre lo es.

Yo: ¿Pero y si el otro no se lo merece?

Frank: Otra vez con eso. ¿Qué coño significa eso? ¡Eso no importa, capullo! Lo único que importa es que no bloquees tu energía. Lo único que importa es que en vez de que el bloqueo que sientes te arrastre hacia abajo, lo utilices como una señal de que debes soltar de inmediato para elevarte hacia arriba. Y cuando vayas hacia arriba, lo verás todo más claro. Actuarás mejor, sea lo que sea lo que decides hacer. Aunque eso sea mandar a esa persona a freír esparragos, como tú dices. Porque lo harás desde una posición de equilibrio, no de descentramiento.

Yo: Eso no es fácil.

Frank: Nos ha jodido que no lo es. Claro que no lo es. Por eso el mundo está repleto de indigentes emocionales. Pero que sea difícil no es ninguna excusa, Tú puedes hacerlo, amigo mío. Debes hacerlo. Te lo debes a ti mismo.

Yo: ¿Y cómo empiezo?

Frank: Date cuenta del bloqueo. Date cuenta de que te estás dando cuenta. Eso es la conciencia. Eso es el Asiento del Testigo. Si estás en el Asiento del Testigo, podrás ver que lo que piensas y lo que sientes son algo pasajero. Podrás ver que no son tú. Y en ese segundo de conciencia, podrás decidir soltar. Si no sueltas, te caerás del Asiento. Ya no podrás observar con imparcialidad. Te enredarás en tus pensamientos y emociones y escucharás a voces que creerás que son las tuyas. Pero no lo son. Esas voces son el coche. Y esas voces no te ayudan.

Cuando sueltes, te elevarás. Verás con mayor claridad que esa persona que antes te hería no es más que otra alma que tiene también sus bloqueos. Verás que lo que hace y lo que dice surge de una posición de dolor y de miedo. El mismo dolor y miedo que sientes tú y que te ha hecho filtrar lo que te ha dicho como algo horrible que tiene el poder de herirte. No es así. Eso lo has decidido tú. Tú le has dado ese significado. Tú has decidido filtrarlo como una amenaza. Y esa persona también ha hecho lo mismo con lo que tu le has dicho.

Suelta y podrás entender mejor. Y cuando entiendas, podrás actuar mejor. Estarás más calmado y serás más amable, contigo mismo y con los demás. Eso tiene el poder de cambiar el guión y el desenlace de la película más que ninguna otra cosa.

Yo: Ya sabía yo que eras un poco blando, espartano de pacotilla.

Frank: Tengo mi corazoncito. Bueno, ¿me vas entendiendo?

Yo: Creo que sí.

Frank: Pues adelante, tienes deberes que hacer. Yo me largo de aquí.

Yo: Oye…

Frank: ¿Qué?

Yo: Gracias por tu ayuda.

Frank: No me las des. Aunque a veces metas la pata, quieres mejorar. Eres de los buenos. Siempre que me necesites, aquí estaré.

Y así, sin más, se fue.

Frank me recordó la gran ley del equilibrio emocional: Soltar inmediatamente. Sin pensarlo. No dejarse caer del Asiento del Testigo.

Hice las cosas mal en aquel conflicto. No solté. Dejé que el bloqueo se estancara en mi interior y que cerrara el paso al flujo de la energía. Mi corazón se endureció. Dejé de ser yo. Y todo salió mal, como no podía ser de otra manera.

Lo que pasó, pasó. Nada puedo hacer al respecto. Pero es un aprendizaje. Un toque de atención para que tome conciencia de que aún arrastro bloqueos en mi interior que debo soltar. Soltar sin pensar.

¿Y qué mejor momento para empezar que ahora mismo?

Citas sobre las que estoy reflexionando

«Cualquiera puede tirar una piedra a un estanque. Pero una vez hecho, ¿quién puede sacarla del fondo?«

Friedrich Nietzsche