¿Podemos vencer a la insatisfacción laboral?

Desde que Frank Spartan decidió cambiar de rumbo, he tenido innumerables conversaciones con amigos y conocidos que se sienten desmoralizados con su empleo actual, pero se ven incapaces de cambiar las cosas.

Se sienten atrapados. Han construido un estilo de vida que requiere generar un nivel mínimo de ingresos. Un nivel que el empleo que actualmente desempeñan les ofrece. Y aunque existen muchos otros empleos que también podrían permitirles generar ese nivel de ingresos o incluso un nivel superior, el miedo y la duda les inmovilizan y les impiden explorar si esas posibilidades podrían proporcionarles mayor satisfacción laboral.

¿De dónde surgen el miedo y la duda?

Hay muchas fuentes. El no cumplir las expectativas de los demás, la presión financiera, la sensación de tirar el tiempo y el esfuerzo empleados en construir su posición en el empleo actual a la basura…y muchas otras.

Sin embargo, en la experiencia de Frank Spartan, hay una que destaca sobre todas ellas: Esas personas aprecian que el salto que deben realizar para cambiar el paisaje de la foto en la que están por otro nuevo es demasiado grande.

El otro lado del barranco está demasiado lejos y tienen miedo de caer al vacío.

Más vale lo malo conocido. Un refrán con el que Frank Spartan no puede estar más en desacuerdo y a cuyo creador disfrutaría estrangulando lentamente. Por intentar enterrar el enorme potencial del espíritu humano en lugar de impulsarlo a nuevas alturas.

Sin embargo, tengamos ese dichoso refrán en la cabeza o no, es indudable que, desde la posición en la que nos encontramos, un cambio de empleo tiene tal calibre en nuestra dinámica de vida que a veces lo percibimos como algo demasiado ambicioso y muy poco realista. Hay demasiadas cosas que deben suceder y puertas que se deben abrir para que podamos abordar ese cambio con suavidad y éxito, muchas de las cuales escapan a nuestro control.

La tarea nos parece demasiado compleja.

Y como no nos gusta nada la complejidad en nuestras ya de por sí complicadas vidas, renunciamos a la posibilidad de cambiar las cosas y seguimos comulgando con nuestra frustración durante años. La aceptamos como el precio que debemos pagar para sufragar nuestro estilo de vida.

Pero a Frank Spartan eso no le parece suficiente. Podemos hacerlo mejor. Y juntos vamos a explorar cómo.

Hay tres principios que me gustaría que tuvieras en cuenta a la hora de enfrentarte a esta bestia del averno que es la insatisfacción laboral:

  1. La potenciación de competencias clave
  2. La simplificación de tareas complejas
  3. La decisión de empezar

La potenciación de competencias clave

El primer principio se basa en el entendimiento de que existen una serie de competencias, que generalmente la etapa de formación académica no nos proporciona, que resultan claves para llegar a la excelencia en el desempeño de prácticamente cualquier trabajo.

Algunas de ellas son las siguientes:

  1. Habilidades sociales: Saber conectar, escuchar y empatizar con otras personas incluso cuando no las conoces demasiado.
  2. Saber identificar lo que es verdaderamente importante en cada tarea o proceso, y concentrar la mayoría de tus energías en ello. Recuerda el principio de Pareto: El 80% de los resultados se consiguen solucionando el 20% de los problemas.
  3. Comunicación: Saber expresarte y hablar en público.
  4. Auto-promoción equilibrada: Saber construir y alimentar tu marca personal sin convertirte en un capullo orgulloso.

Hay otras, pero éstas son muy importantes para los empleadores de la mayoría de los sectores hoy en día. Y no me cabe duda de que lo serán aún más en el futuro, tal y como van evolucionando las cosas.

Una vez hayas asimilado la idea de la importancia universal de estas competencias clave, debes cambiar la historia que te cuentas a ti mismo cuando acudes a ese empleo que piensas que no te satisface. En vez de repetirte una y otra vez lo coñazo que es el contenido de tu trabajo o lo cabronazos sin escrúpulos que son tus compañeros, dedica más atención a encontrar oportunidades para desarrollar esas competencias clave. Quizás puedas encontrar esas oportunidades dentro de tu dinámica actual y quizás tengas que mover algunas piezas en tu ecosistema laboral para poder hacerlo. Pero esas oportunidades existen.

Es más, existen no solamente dentro del trabajo, sino también fuera de él. Sin ir más lejos, hablar con desconocidos es una fuente inagotable de desarrollo de habilidades sociales, comunicación y auto-promoción. Cierra el dichoso Tinder por un momento y ve a hablar con la chica que está al otro lado del bar o con el chico que lee un libro en el metro.

¿Que cómo lo haces? Haciéndolo. El cómo es lo de menos. Lo aprenderás por el camino.

¿Que te da vergüenza? Tú eliges: Vergüenza durante unos segundos o insatisfacción laboral durante años.

¿Que tienes miedo al rechazo? Nadie te está rechazando. Son simplemente personas a las que les apetece hablar o a las que no. Y en ambos casos te estarán proporcionando información fundamental para que sigas mejorando.

No tienes nada importante que perder. Y mucho importante que ganar.

La potenciación de esas competencias incrementará tu valor profesional percibido por los empleadores de cualquier sector. Eso hará que la distancia que debes saltar al abordar el cambio laboral que anhelas se reduzca en tu mente. Y con ella tu miedo a saltar.

La simplificación de tareas complejas

Hace poco le pregunté a mi hijo de 6 años cuánto era la mitad de 23. Levantó la cabeza para mirarme y pude ver su expresión de indignación a través de su pelo rizado. “¡Eso es imposible!”, me dijo enfadado.

“Simplifica”, le dije. “Divide el problema en partes. 23 es igual que 22+1. ¿Cuánto es la mitad de 22?

“11”, dijo.

“¿Y la mitad de 1?”, le pregunté.

“Medio”, dijo.

“Bueno, pues ya lo tienes, ¿no? ¿Cuánto es 11 + medio?”, le pregunté.

La cara del diablillo con rizos se iluminó y dijo: “¡11 y medio!”

Pues bien, esto es exactamente lo mismo. Si miras la foto final, que es el trabajo que deseas, y la comparas con la inicial, que es donde te encuentras ahora, te parecerá una altura que ni el mismísimo Sergey Bubka podría saltar con su mejor pértiga. Una tarea demasiado compleja. Así que lo que debes hacer es partir esa gran tarea en trozos y abordar esos trozos uno a uno.

Por ejemplo, para poder optar al trabajo que deseas, es posible que necesites:

  1. Establecer relación con algunas de las personas del sector en el que te gustaría entrar para entender mejor cómo es el trabajo por dentro y cuál es la mejor forma de acceder a él.
  2. Entender qué habilidades y experiencia de tu trabajo actual son extrapolables al nuevo.
  3. Desarrollar algunas habilidades técnicas que no posees.
  4. Algo de tiempo libre para explorar todo lo anterior.
  5. Algo de dinero para explorar todo lo anterior.

Una vez has identificado todas las ramas importantes del árbol, ataca cada una de ellas por separado. Poco a poco, pasito a pasito. Unos días puedes centrarte en establecer contactos, otros días en identificar alternativas de formación, otros días en reorganizar tu agenda para liberar tiempo, etcétera.

Cuando dividas la gran tarea en tareas más pequeñas, tu mente no te pondrá tantos impedimentos. La gran tarea no te intimidará tanto. Sentirás que son cosas que se encuentran al alcance de lo que puedes controlar, o al menos de lo que puedes influenciar. Y según vayas avanzando con cada una de esas pequeñas tareas, sentirás que vas progresando y que estás cada vez más cerca del otro lado.

La decisión de empezar

La decisión de empezar es un mundo en sí misma y es muy difícil cubrirla como se merece en el espacio que nos queda. Frank Spartan está preparando un artículo sobre la procrastinación que publicaré próximamente, pero, por ahora, quédate con esto: Nada de lo anterior tiene ningún valor si no das un primer paso y actúas.

El mundo está lleno de gente con fantásticas ideas sobre lo que les gustaría hacer que permanecen en su situación actual aguardando a que les llegue un haz de luz motivadora del cielo que les impulse a actuar. Pero las cosas no funcionan así. Es extremadamente infrecuente que encuentres la motivación en tu cabeza por generación espontánea o leyendo la biografía de Schwarzenegger con un AK-47 en las manos (que Frank Spartan por cierto ha leído y es cojonuda).

La fuente más poderosa de motivación no es el pensamiento aislado. Es la acción. Es el actuar, el ponerse en funcionamiento, lo que estimula los pensamientos motivadores. Y ellos son los que alimentan la repetición de la acción. Pero todo empieza por la acción. La acción es el motor más potente y fiable de todo el proceso.

Actúa, aunque te parezca que lo haces casi a ciegas, y observa lo que sucede.

Pura vida,

Frank.

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