Los enemigos que acechan cuando tomas decisiones

Frank Spartan se encuentra de vez en cuando con personas jóvenes que tienen dudas sobre qué camino tomar en una bifurcación y son incapaces de decidirse. Y también con personas no tan jóvenes. Muchos de mis amigos y conocidos han estado en situaciones en las que no encontraban la forma de decidir con convicción y se paralizaban, esperando que la reflexión y el paso del tiempo les sacaran del atolladero.

¿Es éste el camino bueno? ¿O será mejor este otro?

Yo mismo me encontré hace un tiempo en un escenario de ese estilo. Una decisión personal complicada, con implicaciones relevantes para personas de mi entorno más cercano. Tardé mucho tiempo en decidir qué camino tomar, porque no lo veía claro. De hecho, cuanto más tiempo pasaba y más información tenía, se podría decir que menos claro lo veía.

Seguro que esta situación te suena.

Hay varios elementos que sabotean nuestra capacidad de tomar buenas decisiones. Llamemos a esos elementos, si te parece, Enemigos. Un nombre adecuado, porque a pesar de que a veces pasen desapercibidos o se disfracen de aliados nuestros, nos hacen más daño que bien. Muchos de ellos, si no todos, se encuentran imbuidos en nuestra forma de pensar y por eso resultan tan difíciles de detectar.

En este post a vamos a identificar a los Enemigos más perniciosos y a desenmascarar su influencia en nosotros cuando estamos inmersos en el proceso de tomar una decisión importante.

Ready? Let’s rock!

Enemigo #1: Sobrevalorar pensamientos y opiniones

Cuando nos encontramos en una situación en la que debemos tomar una decisión de cierta relevancia para nosotros, generalmente nos dedicamos a reflexionar. Pensamos que la reflexión nos llevará a la claridad y que esa claridad nos llevará a la respuesta que buscamos.

El problema de hacer eso es que la reflexión llega hasta donde llega. A partir de ese punto, es inútil.

Más aún, a partir de ese punto es contraproducente. Provoca que nos enmarañemos en ciertas formas de enfocar las cosas y perdamos amplitud de miras para considerar otros enfoques que podrían sernos más útiles para tomar una buena decisión.

Mmmm…. creo que con 200 años más lo tendré ya claro

La verdadera claridad no proviene de la reflexión, sino de la acción. La motivación fluye a la inversa de lo que la gente piensa. El primer paso para encontrarla no es pensar, es actuar.

Métete en la corriente y empieza a nadar, sin pensarlo demasiado. La motivación para seguir nadando surgirá de forma natural una vez que estés dentro del agua.

Relacionado con esto, al igual que tu propia capacidad de reflexión tiene sus limitaciones prácticas, la de los demás también la tiene. Cuestiona las opiniones de otros. Cuestiona los “si yo estuviera en tu lugar”, los “creo que”, los “deberías” que vengan de personas que no han andado ese mismo camino u otro similar. Nadie tiene ni idea de si un camino es bueno o malo para ti desde la barrera. Primero, porque lo juzgan desde una perspectiva sesgada por sus propias creencias y experiencias. Y segundo, porque nadie sabe de qué coño habla hasta que se pone a hacer.  Las conclusiones a las que se llega a través de la reflexión son muy frágiles hasta que se pasan por el filtro de la acción.

Una vez tengas la información necesaria, reflexiona un tiempo, pero no tardes demasiado en decidir y empezar a actuar. Si te enfrascas en excesivas reflexiones acabarás en un estado de análisis-parálisis que no mola nada en absoluto.

Enemigo #2: Sobrevalorar sentimientos y emociones

A la hora de tomar una decisión importante, a menudo estamos envueltos en varias emociones a la vez.

Puede que sintamos miedo en sus diferentes derivadas: Miedo al fracaso, miedo a defraudar las expectativas de los demás, miedo a salir de nuestra zona de confort, incluso miedo al éxito. Puede que sintamos tristeza y apatía porque no vemos claro el camino. Puede que sintamos ira y frustración porque pasa el tiempo y no acabamos de decidirnos o porque algunas personas nos empujan hacia algún lado contra nuestra voluntad. Puede que sintamos euforia porque nos vemos muy capaces de conseguir el éxito que buscamos.

Esto es normal. Eres un ser sensible y sentir emociones es parte del paquete. Pero las emociones vienen y van en función de tus circunstancias y estados de ánimo que son altamente aleatorios. Según empieces a andar y tus circunstancias cambien, tus emociones lo harán también. Algunas perdurarán con diferente intensidad y algunas serán sustituidas por otras nuevas.

No te fíes demasiado de tus emociones y sentimientos al tomar una decisión. Confiar demasiado en esa voz que te habla al oído cuando estás altamente influenciado por el miedo, la tristeza, la frustración, el remordimiento o la euforia no es una buena estrategia a la hora de tomar decisiones importantes.

¿Dónde me siento para que nadie se cabree? ¿Izquierda, derecha, centro?

Joder, Frank, ¿y entonces de qué me puedo fiar para decidir? Si las emociones no son una buena brújula, ¿cómo conecto con mi voz interior y así elegir lo que realmente quiero hacer?

Ésa es una buena pregunta. Frank Spartan no te está diciendo que ignores tus emociones. Lo que te digo es que las emociones pueden proporcionar cierta dirección, pero deben complementarse con un ingrediente más estable y esencial, que no esté tan sujeto a los vaivenes de las circunstancias y estados de ánimo como están las emociones y que conecte mejor, más profundamente, con tu voz interior.

Ese ingrediente son los valores. Los valores que componen tu filosofía de vida.

Los valores son la señal más fiable que tendrás a tu alcance cuando te encuentres en la encrucijada de una decisión. Si tu valor primario es la libertad, como lo es para Frank Spartan, la opción que te permita mayor libertad de acción llamará más la atención de tu voz interior. Si tus valores principales son el esfuerzo y la constancia, los caminos difíciles no te intimidarán tanto como a otras personas, incluso puede que te resulten atractivos. Si tu valor principal es la colaboración, los caminos que te lleven a conocer a otras personas y formar redes colaborativas te atraerán más que los que no faciliten la consecución de esos hitos.

Cuando decides con los valores como brújula primordial, en lugar de decidir en base a tus emociones y sentimientos, decides con más criterio. Piensa en ello: Las conclusiones de tu decisión deberían ser las mismas con independencia de que en el momento de decidir te sientas asustado, triste, alegre o frustrado. Esas emociones pasarán tarde o temprano, pero la sensación de conexión o desconexión con tu voz interior y de si tu conducta está alineada o no con tus valores viajará contigo allá donde vayas. Los valores son algo más consustancial a ti, más estable, más profundo. Son, en una palabra, una brújula mas fiable que tus emociones.

Enemigo #3: Infravalorar el dolor del arrepentimiento

Este enemigo es muy cabrón, porque está agazapado a kilómetros y kilómetros de distancia y a menudo no percibimos su presencia.

Cuando nos enfrentamos a una decisión importante, generalmente hay una opción que nos llama la atención más que las demás. Una opción que percibimos que está más alineada con lo que somos y con lo que queremos de verdad. Pero también, generalmente, es una opción asociada a obstáculos que se nos antojan complicados de superar.

Un ejemplo de esta situación podría ser: Siempre he querido montar un negocio para vender cabezas de murciélago metidas en tarros de cristal, pero no entiendo nada de contabilidad.

Bueno, bien, es un sueño tan válido como cualquier otro. Ahora examinemos cómo solemos enfocar estas situaciones.

Lo que suele suceder es que el dolor asociado al potencial fracaso en el intento de aprender contabilidad y no saber gestionar el negocio adecuadamente es mucho más sonoro en nuestra cabeza que el dolor del arrepentimiento de no atrevernos a montar el negocio. Simplemente porque el primero está más cercano en el tiempo mientras que el segundo probablemente no se materialice hasta dentro de muchos, muchos años, incluso quizá no decida enseñar la pantorrilla hasta el final de nuestras vidas. Y por eso percibimos el primer dolor como más grande – y más recomendable de evitar – que el segundo.

El problema es que a menudo, al decidir así, nos equivocamos. Cuando llega el momento, comprobamos que el dolor del arrepentimiento por no haber hecho algo que de verdad queríamos hacer es un dolor amargo, profundo, mucho más intenso y desgarrador que el dolor del fracaso asociado a fallar al intentarlo. Y es un dolor tan poderoso porque en ese momento ya no tenemos tiempo o capacidades físicas y mentales para enmendar esa situación. Nos hemos quedado sin opciones. Ya no podemos hacer nada al respecto sino vivir y morir con ello.

Demasiado tarde, colega. Time is over.

Si suena trágico de cojones, es porque lo es.

El dolor del arrepentimiento por no haber hecho algo que de verdad queríamos hacer es aterrador. Cuando vayas a decidir sobre algo importante, ponte las gafas de largo alcance y observa bien su rostro, porque debes plantearte seriamente si quieres volver a verlo. Y esta vez desde mucho más cerca.

Enemigo #4: Infravalorar tu capacidad de adaptación

Cuando abordamos una decisión, es relativamente frecuente asumir que hay un camino que nos hará mas felices que otro. Es una creencia que ni siquiera cuestionamos porque nos parece algo tan obvio como la fuerza de la gravedad.

Sin embargo, las cosas no son siempre como parecen.

El trabajo de Dan Gilbert, considerado como uno de los psicólogos vivos más influyentes del mundo, aporta una interesante perspectiva sobre este tema. Según Gilbert, los seres humanos tenemos una especie de “sistema inmunológico psicológico”, que es un sistema de procesos cognitivos, en su mayoría no conscientes, que nos ayudan a cambiar nuestras percepciones del mundo para sentirnos mejor. Según Gilbert, todos tenemos la capacidad de sintetizar la felicidad, pero no somos conscientes de ello porque creemos que la felicidad es algo que se encuentra, no algo que se crea.

La felicidad natural es la que obtenemos cuando conseguimos lo que queremos, y la felicidad sintética es la que fabricamos cuando no conseguimos lo que queremos. En nuestra sociedad, tenemos la firme convicción de que la felicidad sintética es de un tipo inferior, pero la felicidad sintética es tan real y perdurable como el tipo de felicidad con la que te encuentras cuando obtienes exactamente lo que te propusiste.

– Dan Gilbert

El trabajo de Gilbert profundiza en esta teoría a través de un riguroso proceso de investigación. Puedes ver su charla TED al completo (20 minutos) aquí:

La teoría de Gilbert está muy relacionada con el principio de adaptación hedonista, que establece que todos tenemos una base natural de felicidad que depende en gran parte de nuestra predisposición genética para ser felices. De esa forma, los logros que obtenemos y los acontecimientos positivos nos proporcionan un pico de felicidad temporal, pero eventualmente volvemos a esa base natural de felicidad. Y lo mismo con los fracasos y los acontecimientos negativos.

En otras palabras, nos vamos acostumbrando a la nueva situación y esa sensación de felicidad o infelicidad se va diluyendo con el tiempo. Si te has comprado algún capricho caro hace algunos meses, probablemente sabes muy bien de lo que estoy hablando.

En este contexto, la creencia de que existe un camino que nos hará necesariamente más felices que otro, simplemente por los méritos intrínsecos del supuesto destino al que nos lleva, quizá no sea tan cierta como nos pueda parecer. Quizá acabemos gravitando hacia nuestra base natural de felicidad – o seamos capaces de fabricar suficiente felicidad sintética – con independencia del camino que decidamos tomar. Quizá la felicidad y la satisfacción vital duradera no dependan tanto del camino concreto que elijamos y del destino al que lleguemos, sino más bien de factores internos. O dicho de otro modo, de nuestra actitud y mentalidad durante el proceso de recorrer ese camino, sea cual éste sea.

Enemigo #5: Creer que solamente hay una opción correcta

Ésta es una creencia muy extendida en las decisiones vitales importantes, sobre todo entre los jóvenes. Qué carrera estudiar, qué trabajo elegir, qué camino me lleva a descubrir mi pasión, con qué pareja comprometerme a largo plazo, etcétera, etcétera.

Frank Spartan puede resumirte de forma muy sucinta la consideración principal que debes tener en cuenta al abordar este tipo de situaciones: No tienes ni idea de qué es lo que va a pasar. Hay muchas formas de llegar a puerto, así que no le des tanta importancia al riesgo de no escoger la opción perfecta. No hay opciones perfectas. Solo hay puertas que te llevan a otras puertas. Y tu destreza al navegar de una puerta a otra determina tu satisfacción en mucho mayor grado que la decisión de cuál es la primera puerta que debes cruzar.

Pito, pito, gorgorito…

Frank Spartan eligió hacer su carrera profesional en el mundo de las finanzas y ahora estoy involucrado en el desarrollo personal. Elegí ir al extranjero con idea de quedarme un par de años y después volver a mi ciudad natal y me acabé quedando casi 20 años. Elegí trabajar en una gran empresa porque consideraba que era la mejor forma de progresar profesionalmente y ahora me atraen mucho más las empresas pequeñas. Elegí desarrollar cierto tipo de habilidades y ahora considero mucho más importante desarrollar otras diferentes.

No tienes ni idea de cómo se va a desarrollar tu vida. No te obsesiones por acertar, porque ese tipo de decisiones no se parecen nada a la ruleta rusa. No vas a morir si te equivocas. Para empezar, porque no te equivocas. Sólo navegas lo mejor que puedes.

¿Qué debes hacer? Muy sencillo: Decide tu primera puerta en base a un poco de reflexión y a tus preferencias. Y después, concéntrate en lo verdaderamente importante: Convertirte en la mejor persona posible. Concéntrate en trabajar para desarrollar tus habilidades, tus relaciones, tu fortaleza emocional, tu actitud ante la vida.

¿Por qué? Por dos motivos:

  1. Podrás navegar con mayor destreza de una puerta a otra
  2. Favorecerás que aparezcan en tu vida ciertas puertas que no habías contemplado y que pueden conectar mejor con tu voz interior

Pensar que sólo hay una opción correcta es una paja mental sin ninguna utilidad. Hay muchas opciones correctas y la forma de llegar a ellas no es acertar en la primera puerta, sino desarrollar la actitud de mejorar continuamente mientras navegas. Eso es lo único que puedes controlar y el factor más poderoso para llevarte a buen puerto o alejarte de él.

No puedes unir los puntos mirando hacia delante. Sólo puedes unir los puntos mirando hacia atrás.

– Steve Jobs

Enemigo #6: Creer que tienes suficiente perspectiva para juzgar cuándo algo es bueno o malo

La creencia de que somos capaces de juzgar cuándo algo es bueno o malo para nosotros es una trampa mental muy común. Al enfrentarnos a una decisión, tendemos a asumir que conseguir lo que definimos como éxito es algo bueno y que no conseguirlo es algo malo. Y ésta una de las construcciones mentales que más nos inmovilizan, porque nos resulta muy difícil asumir el riesgo de elegir una opción que no lleva a nuestra definición de éxito y acabar en una situación insatisfactoria, pensando que todo sería distinto si hubiéramos elegido otra opción.

Por muy humano que eso resulte, Frank Spartan te dice que decidir de esa manera no tiene ningún sentido, porque no es como funcionan las cosas en la práctica. ¿Cuántas cosas que en un primer momento consideraste malas para ti han acabado siéndote de gran utilidad? ¿Y cuántas cosas que en un primer momento consideraste buenas para ti han acabado convirtiéndose en una pequeña maldición?

Algo me huele mal aquí…

La vida es continuo movimiento. Juzgar estas cosas de forma aislada y estática es un error cognitivo. Y lo que es peor, no tiene ninguna utilidad práctica. Las cosas suceden. Los hechos son. No tenemos suficiente perspectiva en ese momento para saber si los acontecimientos son buenos o malos para nosotros en el medio y largo plazo. Puede que un fracaso profesional te lleve a redefinir el éxito y que gracias a él desarrolles habilidades y relaciones personales que conecten mucho mejor con tu voz interior y tu vocación. Puede que el premio gordo de la lotería te lleve a desarrollar hábitos que provoquen que tus amigos más íntimos se alejen de ti y en su lugar atraigas a personas materialistas y superficiales, lo que redunde en una sensación de vacío e infelicidad. Puede que el perder ese avión te lleve a conocer al chico o a la chica de tus sueños y puede que conseguir subirte a él te lleve a que te atropelle un autobús al cruzar una calle de la ciudad a la que has viajado.

La vida funciona así. Y es demasiado compleja como para que aprecies en un instante el valor y el significado completo de algo que te sucede.

No pierdas el tiempo poniendo etiquetas de bueno o malo a los acontecimientos, porque la realidad del asunto es que no tienes ni puñetera idea de si lo son. Pretender lo contrario es un acto de osadía para el que probablemente no estarás capacitado hasta que llegues al final de tu vida y tengas la perspectiva completa.

La forma más sabia de enfocar lo que te sucede es desarrollar una actitud humilde y curiosa para aprender. Aprende lo que puedas y sigue caminando. De esa forma conseguirás perfilar tu camino con mejor criterio y tendrás más probabilidades de encontrar lo que buscas.

Conclusiones

Como puedes ver, hay infinidad de cosas que afectan al modo en el que abordas una decisión importante. Un montón de Enemigos que distorsionan tu capacidad de encontrar claridad para decidir y que te impiden llegar con convicción a la realidad lineal práctica que buscas desesperadamente, ésa en la que hacer A te lleva a B y llegar a B te lleva a conseguir C.

Hay muchas variables que influyen en cómo se desarrollan las consecuencias de una decisión y hay más incertidumbre con la que convivir de la que nos gustaría. Ésa es la realidad y el primer paso para hacer las cosas un poco mejor es que la aceptes como tal.

Vale, Frank. Entonces, ¿cuál es la conclusión de todo esto? ¿Cómo debo tomar las decisiones importantes?

La conclusión es que reflexionar, escuchar a tus emociones, tener muy presentes los valores fundamentales de tu filosofía de vida y distinguir el rostro lejano del arrepentimiento son cosas muy importantes para definir de la forma más acertada posible tus preferencias a la hora de decidir entre un camino u otro. Pero una vez hayas formado esas preferencias, actúa sin demasiada demora. Elige un camino, echa a andar y empieza a experimentar. Y cuando experimentes, hazlo con una actitud de crecimiento, una actitud de aprendizaje, una actitud humilde.

Y deja que las cosas sucedan.

No hace falta nada más. Eso es todo lo que necesitas para llegar a puerto. Pero tienes que aceptar que conocer ese puerto desde donde te encuentras ahora es una tarea imposible. Además, eso no sería nada recomendable. Te perderías toda la diversión y la aventura del camino. Y ahí es donde se encuentra el verdadero tesoro de cualquier decisión, a pesar de que la mayoría de nosotros creamos que se encuentra al final del camino.

Te dejo con una lección muy importante de un gran filósofo de la calle, que resume muy bien todas estas consideraciones y que debes tener muy en cuenta a la hora de enfrentarte a cualquier gran decisión:

Tómatelo con calma, colega.

– El Gran Lebowski

Pura vida,

Frank.

2 comentarios en “Los enemigos que acechan cuando tomas decisiones”

  1. Me ha encantado, ahora mas que nunca cuando estoy decidiendo cual va a ser mi siguiente puerta, pero siempre con humildad y con ganas de aprender y de pasarlo bien en el camino. Namaste!

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.